Rogelio Ríos / Juarenses

AutorRogelio Ríos

Ese cielo azul interminable, esa bóveda celeste que en las noches se abría hasta el infinito mientras el viento frío la recorría sin rienda, la ciudad en que la gente era "musho" corazón y dinamismo chihuahuenses, el punto en donde todo el país confluye, la frontera más frontera de México, la Ciudad Juárez llena de vida y trabajo que yo llevo en el recuerdo, es ahora una ciudad en lágrimas por la muerte trágica de sus jóvenes.

Los 15 muchachos masacrados el domingo pasado por una banda criminal son ahora el nuevo triste estandarte que la comunidad juarense muestra al resto de México y al mundo: su ofrenda de dolor irreparable ante la muerte inexplicable y por la mentira en que han habían vivido hasta que la violencia les mostró su verdadero rostro.

¡Qué indefensos han quedado los padres de esos jóvenes! Como un rebaño lleno de indignación, pero también de soledad y desazón por la ausencia de sus hijos y por el vacío de autoridad en que en adelante seguirán viviendo, procuran hallar fuerza entre ellos mismos para levantar sus voces y exigir una justicia que probablemente nunca llegará.

Frente al rebaño, los lobos anticipan el festín: una nueva tajada política en la eterna lucha partidista, el golpe político decisivo al Gobernador, la oportunidad para ganar una alcaldía, la exhibición del fracaso de la estrategia presidencial, la preocupación por la "imagen" de México en el exterior, quizá un aumento en las partidas presupuestales de la Iniciativa Mérida.

No hay en ese discurso político algo que denote una preocupación genuina por la suerte de los muchachos asesinados ni por el dolor de sus padres. Ni una gota de sensibilidad, ni una muestra de respeto ante el luto.

La mentira eterna en que vivieron los juarenses, aquella de que contaban con un Gobierno y autoridades que los atendieran y defendieran, se mostró en plenitud en esa masacre, y en otras tantas pequeñas masacres que ocurren cada día y que se suman a la degradación de la vida comunitaria.

Como si las Muertas de Juárez no fueran suficiente motivo, como si una población asediada y extorsionada no justificara un cambio de actitud, el sistema político en su conjunto no supo responder a los juarenses y pereció aniquilado junto con los 15 adolescentes bajo el fuego de la...

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