Rogelio Ríos Herrán / Aquel 2 de julio

AutorRogelio Ríos Herrán

Ser testigo de la jornada cívica del 2 de julio del año 2000 fue un privilegio que tal vez nunca acabemos de aquilatar y colocar en su justa dimensión.

El fenómeno es muy complejo y poco susceptible de reducir a una fórmula simple en aras del análisis periodístico.

Como observadores del suceso desde nuestro estado, los nuevoleoneses ya habíamos vivido el dulce sabor de la alternancia desde 1997, como un presagio de lo que vendría a nivel nacional tres años después, aunque con todas las proporciones guardadas, pues la Presidencia de la República es la institución central de México cuyo accionar afecta al conjunto de la vida política, económica y social como ninguna otra puede hacerlo.

En cuestiones de alternancia, como los chihuahuenses y bajacalifornianos, algo sabíamos pero eso no impidió que la sociedad nuevoleonesa viviera intensamente las peripecias de la campaña electoral de Fox y todo el proceso que culminó en lo que el propio candidato presidencial denominó "sacar al PRI de Los Pinos".

Viejos luchadores de izquierda y derecha, de los organismos empresariales, de sindicatos, de profesionistas, de estudiantes, amas de casa, rancheros, ganaderos y ejidatarios, taxistas y choferes, presos en las cárceles, gente dedicada a los más diversos oficios, se unieron aquel 2 de julio de 2000 bajo un objetivo político y una ilusión compartida: lograr la alternancia en la Presidencia de la República, al costo que fuera.

Salvo los desastres naturales, como a nivel local lo fue el huracán "Gilberto" en 1988, es muy raro encontrar objetivos políticos que unan de tal manera a la población local; pueden transcurrir generaciones enteras sin vivir una experiencia similar.

Por tal motivo duele el desencanto con el fruto de la alternancia y en esto también nos adelantamos en Nuevo León al ser relevado del poder en el 2003 el primer gobierno estatal panista. Quizás ésa sea la pauta en la elección presidencial del 2006: el castigo electoral a quienes no supieron capitalizar el momento político más importante de la historia contemporánea de México.

A Vicente Fox parece aguardarle la triste suerte -excepto en lo de la muerte violenta- del Presidente Madero: lo suficientemente fuerte para sacar a Porfirio Díaz de Palacio Nacional al exilio, pero lo suficientemente débil para dejar vivo, casi intacto, el régimen porfirista que fue...

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