Rogelio Ríos/ Ojo: van a ir cuesta arriba

AutorRogelio Ríos

Hay en México un grave problema de liderazgo político y social expresado en una crisis de representatividad en las áreas pública y privada.

La gente de la calle no cree en sus líderes, desconfía de ellos, y cree que sus motivos son siempre oscuros y aviesos.

En el campo mexicano la cosa está peor; ahí ya nadie cree en nada, ni en el Gobierno ni en la iniciativa privada, y la verdad es que no hay por qué culparlos, sobre todo después de haber sufrido tantos engaños y promesas incumplidas de sus líderes.

Con la inmensa mayoría de los jóvenes la situación no es mejor si consideramos que viven completamente desinteresados de las cuestiones políticas y los problemas sociales del país, ocupados como están en su mundo inmediato y fugaz.

No hay varita mágica que revierta en un instante la insatisfacción profunda de los mexicanos con su sistema político, y se engañan quienes piensan que la alternativa de la Presidencia del PRI al PAN va a cambiar de golpe la naturaleza del sistema político.

Por esa razón van a caminar cuesta arriba los futuros Secretarios y Secretarias oriundos de esta tierras norteñas; el problema del liderazgo político insuficiente no se resuelve con un cambio de siglas (PRI, PAN o PRD), para ello es preciso atacar las causas profundas que motivan a la gente a desconfiar de sus líderes.

Hay elementos del liderazgo político viciado que comparten tanto el Gobierno como las empresas, los partidos políticos, las universidades, los medios de comunicación, las iglesias y las ONGs.

En primer término, consideremos el predominio de la jerarquía y el principio de autoridad, medios a través de los cuales el liderazgo se impone sin recurrir a la búsqueda de consenso y una de cuyas consecuencias es la falta de renovación generacional, pues nadie sube en la escala hasta que se muere el líder fuerte.

En segundo sitio está la toma de decisiones centralizada que aniquila la retroalimentación y la lluvia de ideas necesaria para no perder el piso de la dimensión real de los problemas que se atienden.

En tercer lugar, la ausencia de consulta a los niveles inferiores a la dirección, es decir, a los cuadros medios y bajos de la organización, conduce a la perniciosa situación en la cual el líder cree que su pensamiento resume y representa al pensamiento de la gente.

En cuarta posición se encuentra el vicio de la obediencia incondicional al líder como condición de ascenso en la jerarquía de las organizaciones, lo cual fulmina cualquier vestigio de...

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