Ricardo y el encanto de las aves

AutorFélix Barrón

Aquella mañana de enero, hace 30 años, hacía frío.

Ricardo Guerra de la Garza realizaba una de sus habituales caminatas por las veredas del Parque Chipinque, cuando se detuvo a descansar en el área de asadores.

Como era su costumbre, abrió un paquete de galletas que dejó después sobre la mesa.

Una chara azul, característica del lugar, que llama la atención precisamente por su plumaje azul cobalto, se detuvo de repente frente a él: iba a comer algunas de las migajas que dejó esparcidas.

Ambos se observaron. El ave, un poco temerosa, como pidiéndole permiso para tomar parte de su galleta, y Ricardo, sorprendido, la miró en silencio y sin moverse.

La escena duró unos 10 minutos. Fue amor a primera vista.

Desde entonces el sampetrino ha practicado la observación de aves, afición que consiste en reconocer las distintas especies por su plumaje y canto.

"Así comencé a poner atención cada que veía alguna. Compré una guía y las empecé a estudiar ya con un patrón determinado", expresa Ricardo, de 63 años.

Su pasión es tan grande que de las mil 080 aves registradas en México ha observado 800. Del mundo, ha palomeado de su lista unas 2 mil de las 10 mil especies que existen en total.

Sabe diferenciar, por ejemplo, entre un águila real y una imperial; sabe cuántos cotorros existen y cuál es el proceso de migración de los gansos.

Primero estudió las aves de la región, después de México y posteriormente comenzó a viajar a otros países. Ha visitado desde el Río Amazonas hasta las Islas Galápagos, pasando por regiones de Alaska, Costa Rica, África y Asia.

"Cuando uno empieza a ver detalles, como el cortejo, es impresionante", señala el también empresario, de lentes, pelo canoso y ceja poblada.

Con su acento norteño reafirma su gusto de este pasatiempo.

"De veras que es un aprendizaje muy fuerte, hay que estar viendo atento para saber exactamente de qué especie se trata. Es sorprendente, chin...".

Se compró una cámara para documentarlas, ya que la observación puede quedar registrada en imagen. Actualmente tiene 600 especies fotografiadas.

Ha podido capturar, por ejemplo, el aleteo de un colibrí, difícil de lograr, ya que mueve sus alas 70 veces o más, por segundo.

En la casa de Ricardo, si uno cierra los ojos, podría pensar que está en alguna selva o en medio del bosque, pero no es así. Ese sonido tan especial que envuelve el área es el canto que producen sus huéspedes: 30 faisanes y 48 pericos.

Y es que en su jardín instaló desde hace 15 años un aviario con...

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