Revisiones / Breviario de bondades y gozos de la lectura

AutorJorge Sáenz

Si aún no conoce las bondades y los gozos que la lectura de un buen libro puede producirle, permítame darle las bienaventuradas recomendaciones para que le saque todo el jugo a esa ejemplar actividad y para que encuentre en ella los usos más placenteros que ésta suele brindar.

  1. Instrucciones para evitarse el temor a la azarosa avalancha balística del narco, el ataque terrorista o demás contingencias.

    Volar en avión hoy en día resulta una actividad doblemente estresante. No solamente la preocupación proviene del desvarío del piloto o el mal funcionamiento de la nave. Tenemos que agregar a nuestro inmenso miedo al vuelo el posible ataque terrorista.

    Esto se soluciona de una manera sencilla: abra un buen libro y ponga justo la mirada en donde se quedó. ¿Acaso no siente usted comodidad al pensar en desenlaces o princesas en vez de flamas y gritos? O le pongo otro ejemplo: el metro, el autobús, la espera en un edificio de gobierno.

    Consejo: lo primero que hay que hacer es nunca perder la calma.

    Segundo, en caso de balacera, ponga siempre el libro junto a su corazón. La cuestión es siempre buscarle un uso creativo cuando el libro pierda su primigenia función y se requiera en actos de suma emergencia.

    De forma pragmática también puede darle uso como arma blanca, sobre todo si éste se trata de portada dura. Advertencia: úsese sólo como método de defensa personal y no olvide que al hacerlo puede manchar una primera edición. Así que empléelo con caución, y no abuse de él.

    No golpee a cualquiera por un deseo antojadizo; recuerde que la razón de un libro es hacerlo entender, y a golpes ni los zapatos entran.

  2. Supresión de pensamientos impuros, ideas malsanas o actividades corruptas.

    Leer un buen libro, aunque no lo crea, despreocupado lector, nos hace mejores personas. ¿A poco no es cierto que hasta los mismísimos diablos parecen ángeles mientras leen y mientras duermen? Y esto se lo digo porque hay ocasiones en que nos entra la mezquindad, el arrebato luciferino, la propensión a la maña, nos merodea esa musa tan moderna que es la de pecar. En ese momento más que nada es cuando debe poner todas esas insanas intenciones en su lugar: lea cosas buenas, que las malas sólo conllevan pesar.

    No es coincidencia que el que busque perdón lea o se ponga a rezar, pues en los dos hay un acto de caridad y bondad. Sin embargo, no contraiga con el libro una obsesión que supere el deseo de que éste le brinde una breve felicidad. Si usted siente que ésta se pasa de la...

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