Rebanadas / Salvamos el brunch

AutorCony DeLantal

Justo cuando iba a empezar a platicarte sobre este lugarcito hermoso y paradisíaco para ir a disfrutar el mejor desayuno sensorial dentro de nuestra de por sí limitada nueva normalidad, con la que por cierto los restaurantes estaban cumpliendo al pie de la letra, justo en ese instante, te decía, empezó el run run de que el Bronco le metía reversa a Nuevo León y otra vez nos acordonaba las mesas para frenar tanto contagio.

Válgame. Ahí me tienes con el chisme en pausa porque además se rumoraba que de plano nos iban a anunciar toque de queda, lo cual por suerte no ocurrió. Al menos no tan dramático.

Digamos que fue un toque de queda light, con restricciones de movilidad en las noches y fines de semana, lo mismo que para los restaurantes, un modelo híbrido donde ahora se obligan a cerrar sábados y domingos (y se quedan sólo con servicio a domicilio) pero, ¡fiu!, pueden seguir con sus mesas (al 30%) entre semana hasta las 10 de la noche, lo que nos mantiene aferradas a uno de los pocos remedios contra la locura que nos queda en este encierro: el brunch de comadres. Con tapabocas por supuesto y compartiendo mesa con Susana también.

Ya sé que muchas andan profusamente apanicadas y aunque no haya toque de queda lo institucionalizan por voluntad propia. Respeto sus motivos. Yo tengo los míos para ejercer esa poquita libertad que nos queda por ley para salir a disfrutar de una experiencia gastronómica fuera de casa. (Obvio con todas las precauciones que obligan).

Tampoco las voy a tratar de convencer. Si gustan pueden pasar a otra página, porque a partir de aquí yo empiezo a platicar de este lugar tan maravilloso donde se puede compartir un buen desayuno y un momento inolvidable con (pocas) amigas o familia cercana en un entorno bello e inspirador.

No es de esos sabores y sensaciones que se pueden llevar a casa, esto tienes que sentarte a vivirlo. Tal vez su cocina venga siendo lo de menos. La magia está en la atmósfera y el amor está en el aire.

Edén Flor y Café se llama. Y honor hace a su nombre, porque está en medio del showroom de vegetación de los Viveros Valle Alto, donde disfrutas del aroma del cacao y la belleza de la flora, sentada entre un sinfín de tonalidades y esencias que provienen de este jardín celestial.

Ya me lo habían presumido mis comadres del sur antes de la pandemia. Era el éxito del momento. Había que reservar forzosamente con suficiente antelación. Olvídate los fines de semana, porque estaba repleto de baby showers...

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