Rebanadas / A tu salud

AutorCony Delantal

¿En serio quieres que hoy te hable de comida? Perdóname, pero después de todos los kilos que me trajo Santa Clos y que yo no le pedí, no me siento emocionalmente apta para llegar más allá del segundo párrafo.

Pero se me ocurre una idea. Como no le puedo sacar la vuelta al tema, qué te parece si te lo justifico repasando algunos principios fundamentales de la alimentación saludable y así no nos remuerde tanto la conciencia ni a ti ni a mí.

Tampoco creas que vengo aquí a echarte el sermonzote del arrepentimiento calórico o a ensartarte con una de esas dietas matonas para que ora sí quepas en el ataúd, lo que quisiera es pasarte algunos llamémosle tips o reglitas que yo considero básicas, no para que bajes de peso, sino para que subas de ánimo.

Lo de las tallas ya vendrá a consecuencia... pero ni siquiera es garantía que sea para abajo. En pocas palabras, de lo que se trata es nomás de que te sientas bien y punto.

Acuérdate que el 90% de los dolores de cabeza de todos los días, la fatiga y hasta la depre, es por culpa de una mala digestión y los malos hábitos alimenticios (el otro 10% es por culpa del marido y los niños).

No soy nutrióloga ni psicóloga, pero sí soy tragona profesional y lo que he descubierto es que ya nomás entendiéndote con las tripas, tu relación con la comida se vuelve más llevadera. Y para eso sólo tienes que identificar qué es lo que te ataranta el metabolismo.

El orden de los factores sí altera el producto. Of cors, come frutas y verduras, pero no a lo baboso. Lo peor que puedes hacer es aventarte la ensalada de segundo tiempo o echarte la fruta de postre (y eso incluye el cheesecake rebosado de fresas o el kilo de mango que trae encima el mostachón). Futs, terminas convertida en una peligrosa arma química de graves consecuencias para la socialización.

La razón es que la lechuga o cualquier verdura o legumbre, al igual que las frutas, se descomponen mucho más rápido en tu estómago que los demás alimentos, y guácala, pero literalmente se te están pudriendo en tus adentros mientras traes a la pobre pancita lidiando con la vaca entera que te acabas de zampar.

Es más, lo ideal es dejar pasar unos 15 minutos entre ensalada y plato fuerte (y el postre mejor aguántatelo para la merienda), pero ya sé que eso está en chino, y peor tantito cuando tampoco los restaurantes lo tienen claro, ni siquiera los que se dicen orgánicos o saludables.

Me acaba de pasar en el Trust de la calle Colorado. Pido mi ensaladita...

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