Rebanadas / A rodar con el rodizio

AutorCony Delantal

Chincheros, qué mal estoy quedando conmigo misma, pero no tengo la culpa de que se me atraviesen tantos motivos para no cumplir los propósitos que todavía ni me propongo.

Acá entre nos, es todo un arte sacarle la vuelta a la dieta cuando ya se te acabaron las fiestas y las excusas, pero una se las arregla. Resulta que repasando mis expedientes secretos X (son equis porque no aportan gran cosa) descubrí que el restaurante Mr. Pampas do Brasil estaba cumpliendo por estas fechas un año de haber llegado a quitarle lo salado a esa esquina de la Calzada (en los bajos del Mol del Valle), y ni modo de no ir a festejarle el mérito.

Queda demostrado que un punto no le hace diferencia al que es puntero. Y NO estoy hablando de deportes, porque ya tengo encima al metiche de mi marido diciendo que borre el comentario, que eso no es cierto y que para qué escribo de lo que no sé. ¡Ah, qué bárbaro, déjame terminar! (este inseguro nomás siente que me meto en sus terrenos y luego luego a echar pleito).

Yo me refiero al mundo de los restaurantes, donde es muy típico que le echen la culpa "al punto", cuando la bronca les viene de la cocina, o del servicio, o de su fatal ambientación, o de todo lo anterior sumado y hecho bolas.

Ahí está aquella otra esquina tan "quemada" de Margáin y Roble, por la que desfilaron infinidad de "desafortunados" restaurantes, hasta que le tocó el turno al Villa Marina y ¡pum!, batazo de jonrón con casa llena (ja, ja, la analogía es nomás para cocorear al que se cree dueño del léxico deportivo).

Lo mismo está sucediendo con este rodizio brasileiro, que vino a armar todo un carnaval donde parecía que no prendía la fiesta. O sea que el que es mariachi donde quiera toca y el que es carioca donde quiera baila... Y la que es tragona donde quiera traga, toca y baila.

No que yo lo sea, pero ah qué bien me acoplo a este tipo de restaurantes tan vastos y tan festivos, sobre todo en éste que maneja con tanto profesionalismo el arte de mimarte hasta desbordarte.

El aguafiestas es mi marido, quien a fuerza quiere que yo haga esa dieta que empiezas a agua y ajo (a aguantarte y a jo...), y vea pasar el rodizio con cara de Mona Lisa mientras él se traga hasta las espadas, como si tuviera figura de faquir.

Lo vieras desparramado en la silla enseñando hasta la rayita de plomero. A ver si en una de ésas no le empiezan a echar monedas creyendo que es alcancía de cochinito.

Pues tenemos y hemos tenido otros rodizios, pero ninguno...

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