Rebanadas / México básico

AutorCony DeLantal

Puras tentaciones en épocas de ayuno. Pequé, sí, pequé, porque nadie me advirtió que estaban enooormes las quesadillas de Huecani y yo pedí tres. Por supuesto que me las zumbé todas. Habría sido peor pecado dejarlas porque estaban delis.

Aquí en Huecani se recrea a la perfección la vida prehispánica. Es un restaurantito de mesas burdas y sillas duras que representan el sacrificio azteca, con una cocina básica, natural y sabrosa que es un tributo a nuestra tierra y a los chefs que nos dieron patria.

Luisa González es una de esas heroínas de nuestra cocina, que no hallaba qué hacer con todo este mexicanismo en sus recetas, hasta que hace como un año le montó local a su Huecani para darle rienda suelta al antojito nacional.

Su menú es rudimentario pero muy sabroso. Incluye tlacoyos, sopes, tacos, tamales y quesadillas en maíz azul o blanco, desde las típicas de deshebrada o picadillo hasta las más autóctonas, como las de guisado de milpa, cabuches o flor de palma, con precios entre 35 y 40 pesos.

Todo se antoja envuelto en una quesadilla, como las que sirven en los mercados de la Capital, de esas que también pueden ser sin queso, pero vienen tan grandes que... A ver, time out, ¿qué no una quesadilla deja de ser quesadilla cuando no lleva queso? Perdón por la interrupción, tengo esa duda existencial que ni mis parientes chilangos me han sabido explicar jamás, pero, en fin, olvídalo, nuestro México mágico tiene tantos temas sin explicación...

Te decía que son tan grandes las quesadillas que con una tienes. El dilema es de qué pedirla. El angelito dice vegetales y el diablito insiste en chicharrón. ¿No se podrá tipo pizza, mita y mita, que sería como quedar en el limbo?

Mira, a la fregada el angelito, si nomás vas a pedir una, pídetela de chicharrón en salsa verde, que está buenísima. Ya si te quieres ver más cuaresmal, aprovecha para probar los cabuches, que son los botones de la flor de biznaga y los preparan riquísimos, guisaditos y arropados en una quesadilla... con queso.

Nomás toma en cuenta que Huecani honra únicamente al paladar, porque la comodidad no es una de sus virtudes. Está enquistado en ese hacinamiento de locales (no merece llamarse plaza) de Vasconcelos, donde están también los AK-B, la Frutería Ordaz y la pastelería La Divinata, donde yo sufro para entrar con mi mamamóvil.

Ese estacionamiento es una mentada y encima se meten los camiones a descargar ahí. Claro que esta última vez no la libré con el de los refrescos y me traje...

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