Rebanadas / Máaas restaurantes

AutorCony DeLantal

Monterrey está de gala ¡o mejor dicho de gula! con tantos y tantos restaurantes que nos siguen abriendo. Nomás en lo que fui a negociar una prórroga con mi nutrióloga, en Chroma ya había otros tres, el más nuevo Casa María, que llegó desde Guadalajara con todo y torta ahogada. Equis por cierto, muy chiquiteada de ingredientes.

Y así lo demás, muy en la orillita. ¡Ni el pleito que me fui a echar en el consultorio! Pero orita te sigo platicando, déjame ponerte primero en perspectiva del tipo de restaurante que es Casa María.

Nada nuevo. Es la muy trillada fórmula del botanero con ambientación mexicana en formato minimalista que le apuesta al encanto de su terraza/balcón integrada al pasillo de la plaza, donde vas a ver y a que te vean. Y en un tris todo se convierte en terraza gracias a esas puertas plegadizas de vidrio que algún arquitecto muy vivo inventó en pro de la socialización en los restaurantes.

Pero se viene el chiflón y adiós a la fiesta. Cierran las puertas y ora sí toda la responsabilidad recae en manos de la cocina para rescatar la noche. Si ya no veo ni me ven, al menos quiero cenar muy bien.

Es ahí donde puja Casa María. No pueden con ese paquete. Platillo a platillo nos fueron fallando con pequeños detalles que aquí les observaré con la esperanza de un mundo mejor.

Y no es por mí, es por ellos. Están en medio de puras fieras, justo entre El Indio Azteca y La Central, ambos muy buenos restaurantes, urgidos de robar clientela ante la saturación que sufre San Pedro.

Deja tú, no hablemos de La Madalena, un piso abajo, que se cuece aparte. Es por mucho la estrella de esa plaza. Si fuera encuestadora habría documentado que 9 de 10 personas que vi pasar entraron a La Madalena. La décima ya no cupo.

Y de eso sobreviven otros, como el Freddy H, un pub también de reciente apertura que por estar a unos cuantos pasos de La Madalena funciona prácticamente como su sala de espera.

Pero ¿a qué iba? Ah sí, a señalar las áreas de oportunidad en la cocina de Casa María. Para empezar, el atún de las tostadas estaba a punto de congelación y eso es de primaria. Luego pedimos un pulpo con chorizo que más bien resultó chorizo con pulpo. Nos vieron la cara, es mucho 230 pesos para un plato de chorizo. Y mi marido usó otra expresión, pero no la pienso repetir aquí por decencia, nomás te digo que también lleva chorizo.

Vino después otra de esas ensartadas: un taco mar y tierra con tres camarones y un chirris de arrachera que costó ¡115 pesos! Aunque...

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