Rebanadas / Dulce entorno

AutorCony DeLantal

En el meritito casco de San Pedro, a la vuelta de la Fonda del Chef Piper, de la que te platiqué la semana pasada que se almuerza bien rico y bien casero y bien bara y también lentito, y, por cierto, se me pasó decirte que no tiene ni moders de estacionamiento y hay que irse a parar hasta uno público que está por Corregidora, en contra esquina de Policía y Tránsito, con la ventaja de que cumples tu cuota de ejercicio y ora sí llegas a atorarle sin remordimientos a la barbacha...

Pero ya agarré pa'l monte y ni me acuerdo a dónde iba... ¡Ah sí!, a decirte que ahí cerquita, sobre Corregidora, entre Reforma e Hidalgo, nos abrieron -hará cosa de seis meses- un lugarcito muy contemporáneo y muy fancy que es todo un oasis de modernidad en esas calles del viejo San Pedro. Y, aunque no lo creas, ¡tiene estacionamiento!

Es un bistro-panadería que lleva por nombre Dulcinea, aclarando que no es la del Toboso ni exhibe parentesco alguno con el Quijote, pero sí se antoja para la quijotesca tarea de perderte ahí la mañana entera sin contestarle las llamadas a tu marido.

Ahí dentro te revitalizas. Es un spa visual. Su entorno está moderno y atractivo, con ese ajuar blanco y pulcro que resulta tan cómodo para arrejuntarte con tus comadres a actualizar chismes y recuperar calorías después del gym.

Lástima que hasta aquí llegó la dulzura de Dulcinea. En el trato empieza la amargura. Se nota que están rebasados. El lugar se llena -porque sí que se llena- y todo truena.

Detrás del mostrador tienen a una chavita que empieza perdiendo la sonrisa y luego el ritmo. Va y viene, viene y va, y todas quedamos donde mismo. Y sólo la asiste un pobre mocito todólogo, que igual meserea que trapea, pero también se le bota la canica cuando recibe el embate de las hordas (las gordas) exigiendo brunch.

La espera eterna, platillos equivocados, el huevo frío y la salsa que nunca llegó son testigos de que no es humanamente posible -no es de Dios, dirían en mi pueblo- apaciguar tantas bocas con cuatro manos.

Su menú de pizarrón está limitado al brunch de 9 de la mañana a 3 de la tarde (y postres hasta las 8 pm), bajo el concepto de cocina minimalista con el que hoy desayunan las millennials. Las estuve observando: gente rara que se come el huevo pelón, sin pan ni tortilla... si acaso con crotones. ¡Hazme favor!

Hay benedictinos, chilaquiles, algunos sándwiches, waffles, french toast y párale de contar, pero si generalmente no cargas con mucha paciencia en el morral mejor limítate...

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