Rebanadas / Dona una taza

AutorCony DeLantal

A ver si les organizamos un "tazatón" a los del Trust de Orinoco porque andan muy necesitados de tazas para café.

La situación es dramática. No tienen suficientes ni para cubrir la demanda del diario y, por lo que parece, tampoco les alcanza para comprar nuevas con lo "poquito" que cobran por cuenta.

Ya van dos veces en esta semana que me sirven el café en un vaso desechable de cartón que está peor que los del Oxxo, en ambas ocasiones disculpándose porque se les acabaron las tazas, como si las estuvieran regalando a los primeros que llegan. Deja tú, el lugar está bien chiquito, ni que ocuparan tantas para que se les acaben así de fácil.

Eso me hace pensar que cualquiera de nosotras tiene más tazas en su casa. Por eso he decidido donar. A la próxima me voy a llevar la mía y se las voy a dejar ahí como donativo para que se beneficie otra gente.

¿Tú qué esperas? Pon tu granito. Dona una taza.

NO SE PUEDE

Nada ni nadie es perfecto, nos han dicho toda la vida. Tienen razón, por una u otra ilógica testarudez tampoco mis noches en Cometa han podido ser perfectas.

Me encanta este restaurante disfrazado de tendajo, amo su concepto, su comida y su atmósfera, pero siempre hay un prietito en el arroz (una ráfaga traicionera, diría el niño que vuela su cometa) que me tumba la velada al suelo. En pocas palabras, el típico "no se puede" que tristemente nos sigue acompañando a los mexicanos cuando se trata de brindar un servicio diferenciado.

En Cometa NO SE PUEDE intercambiar la bola de helado en un postre, y lo escribo así con mayúsculas porque en verdad es un problema mayúsculo. Y me refiero a cambiar un sabor por otro de entre los que ya tienen; no creas que estoy pidiéndoles uno que no existe o que me traigan las perlas de la Virgen de guarnición. Así viene el postre y se fregó. No se puede, no se puede, no se puede.

Entiendo que cambiar un helado por otro es complicadísimo, pero no sé qué tanta ciencia puede tener el dividir una factura en dos, porque eso tampoco se puede.

El capitán vino expresamente a decirle a mi marido que era imposible. Obvio, después del helado qué esperabas. Ni cancelar el ticket para cargar platillos en cuentas separadas, ni modificar nada, ni nada de nada se pudo. Así salió la factura y se fregó. No se puede, no se puede, no se puede.

Primera vez que a mi marido no le pueden dividir una factura en un restaurante. Y todavía al cínico del capitán se le ocurre darnos al final su tarjeta. ¿Y cómo para qué la queremos? ¿De qué me...

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