Rebanadas / La barrita

AutorCony DeLantal

Por ahí vi que el Kadoya del Centrito Valle presumía su nueva barra de sushi y fue una buena barra para volver a darle una vuelta a este rico japonesito del Centrito Valle, que esencialmente es -o era- un ramen House.

Muy socorrido por orientales por cierto, y eso es buena señal. Ja, ja, te fijas que soy muy política y les llamo orientales, porque confieso que no sé decirte si son realmente japoneses o coreanos o qué, y así no le fallo.

Aquí somos muy chistositos y les decimos chinos a todos, pero luego se nos quita la risa cuando los gringos le llaman "mexican" a cualquier indocumentado que se topan. El colmo fue Fox News, ¿te acuerdas?, que en pleno noticiero en prime time puso un titular que decía: "Trump corta ayuda a 3 países mexicanos", refiriéndose a El Salvador, Honduras y Guatemala. ¡Qué burros! Y más Trump por cortarles la ayuda.

Pero, sorry, ya me ando metiendo en política exterior cuando yo debería estar en la cocina como todas las mujeres (100 machos dijeron, entre ellos mi marido), así es que me regreso a la de Kadoya para platicarte de su nueva barra de sushi, que por cierto la montaron en un localito anexo con puerta a la calle y una cortinita que la comunica con el restaurante.

Pos sí, qué padre que abrieron barra, gran suceso, tan tan tan taaaaan, pero ¡se la bañaron!, ¡es para cuatro personas! Y no hay opción de reservar. "A como vayan llegando", me dijeron cuando hablé.

Obvio que no encontramos lugar. La fila estaba de aquí a Japón y el necio de mi marido no paraba de quejarse de hambre mientras esperábamos a que pasaran de 4 en 4, así es que no me quedó más remedio que pedirle una "Maruchan" para callarlo (un ramen pues) y olvidarme esa noche del sushi, porque ni siquiera lo sirven en las mesas del propio Kadoya. Está prohibido, nos dijo la mesera. No sé si con esas palabras, pero así me sonó.

Ella misma nos recomendó (sabiamente) llegar la próxima vez a las meras 6 y media de la tarde, justo cuando abren. Y esa fue nuestra intención al día siguiente... pero no la libramos.

Fue mi culpa. Siempre es mi culpa, según mi marido. Esta vez sí la acepto porque mi yo biológico no asocia sushi con las 6 y media de la tarde, y menos si ya vengo empasteladísima de la tardeada en casa de mi comadre.

Tampoco creas que llegamos tan tarde, todavía no daban ni las 8, pero obvio que tuvimos que volver a hacer fila porque ahí descubrimos que sí hay mucha gente rara que se apersona temprano a merendar sushi.

Otra vez tuve que entretener a...

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