Rebanadas / Barrio de sorpresas

AutorCony DeLantal

Nuestro Barrio Antiguo es como la caja de chocolates de Forrest Gump. O como el recibo de la CFE. Puras sorpresas. Nunca sabes lo que te va a tocar detrás de una puerta. ¿Alguna experiencia esotérica? ¿Una vivencia estrafalaria? O simplemente una noche bohemia con cerveza y jazz.

Pero lo que no es sorpresa es el deterioro en el que está, que le sigue ganando terreno a las intenciones de mejorar esta zona. De poco sirve que hermoseen a cachitos o que remodelen y luego abandonen. Y ya sé que les caigo gorda por criticar los "esfuerzos" que están haciendo, que en realidad son esfuerzos a medias, pero, sorry, no voy a dejar de quejarme. Tendrían que fumigarme para callarme.

42 CERVEZAS Y JAZZ

Por la calle Morelos, a la que mejor le llamo callejuela (con cierto romanticismo pero cierto desprecio a la vez) porque tiene encanto, pero gracias a lo que están haciendo nuestras autoridades, que es hacer nada, exhibe un estropicio de lámparas, banquetas y ornamentos que ya no saca suspiros sino sustos. Por esa oscura callejuela, te decía, semicerrada al tráfico y dejada al cuidado de Dios, a mediación de cuadra, entre Dr. Coss y Diego de Montemayor, mi marido y yo dimos con un almacén donde nos fuimos a guardar de la realidad tratando también de guardar la compostura.

Créeme que es todo un reto cuando te tientan con buen jazz y mejor cerveza. Si te consideras entusiasta del lúpulo -que no es lo mismo que ser "chelera"- y además te mueve la buena música, te vas a querer quedar a vivir en Almacén 42, donde el numerito significa la cantidad de maltas, trigos y cebadas -exclusivamente de barril- que puedes llegar a probar ahí dentro (no todas en la misma noche por favor) y también la cantidad de minutos que puedes llegar a esperar en fin de semana si no reservas al 8343-2817.

Hay poca cocina, pero te podría dar 42 razones para que eso te valga. Destaca su pan muy artesanal (son los mismos de Benell, la panadería convertida en restaurantito que está en Tampiquito) y su queso a la plancha con chile de árbol, miel de agave y topping de cacahuate que está riquísimo. Y, párale de contar, lo demás equis.

De lo que se trata es de la cerveza, del arte de catar esos sabores artesanos que se vierten desde la manualidad de un barril, casi todos oriundos de nuestras tierras. Casi.

Y aquí es donde yo podría haberlos felicitado por promover exclusivamente la cerveza mexicana en estos momentos en que más sensibles andamos, pero, chincheros, se les colaron unas texanas...

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