Ramón de la Peña Manrique / Depende de nosotros

AutorRamón de la Peña Manrique

Me ha llamado mucho la atención el problema que se ha creado por el proyecto de poner una tienda de Wal-Mart en Teotihuacán. Por un lado, un grupo de la comunidad no quiere que ese lugar se vea afectado por ese supermercado; por otro lado, las autoridades del Estado de México dicen "no podemos parar el proyecto porque estaríamos violando la ley, ya que los inversionistas cumplieron con todo lo que señala la normatividad y la legislación vigente en el Estado".

Se han mencionado argumentos en el sentido del poco impacto en el patrimonio cultural de la zona; mencionaron como ejemplos al Coliseo Romano y a las pirámides de Egipto, que están prácticamente inmersas en zonas de alta urbanización.

Por otro lado, se menciona que la tienda estaría media hundida y que, por lo tanto, sería casi imperceptible y que generará más de cinco mil empleos directos e indirectos. Por lo pronto, ya se involucró una organización social: Frente Cívico en Defensa del Valle de Teotihuacán, así como estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y diferentes grupos sociales que apoyan la idea de impedir la instalación de este supermercado en esa zona.

Al tratar de encontrar otros posibles caminos, legales desde luego, para mandarle un mensaje claro a las empresas cuando no estamos de acuerdo con lo que hacen, recordé las lecciones de economía de Carlos Bolaños Behr, ex primer Ministro de Economía y Finanzas de Perú, en especial, su decálogo de economía para gobernantes, que lo inicia diciendo: "No olviden que el órgano más sensible de las personas es el bolsillo". Recomienda después: "no gaste más de lo que tiene o recibe; cuidado, los países también quiebran; ojo, nadie cuida lo que no es suyo; lo que no cuesta lo hacemos fiesta -no lo apreciamos-; recuerde que no hay lonche gratis, todo cuesta; los precios y el empleo no se determinan por decreto; la pobreza se combate creando riqueza; más gasto público implica más impuestos y los efectos de largo plazo y el interés general sí cuentan".

Efectivamente, el órgano más sensible de las personas y de las empresas es su bolsillo. Cuando no se recibe lo suficiente, cuando no se vende lo suficiente, cuando no se tienen suficientes utilidades, las empresas y sus directores se ponen a temblar. El objetivo esencial de las empresas, desde el punto de vista de sus inversionistas, es tener utilidades, claro y entre más mejor. Para eso invierten, para eso compran las acciones de esa empresa, para tener utilidades.

Hace...

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