Rafael Segovia / Los medios de la política

AutorRafael Segovia

Explicar el viaje a Oriente de Felipe Calderón Hinojosa después de haber leído su mensaje al País no ha sido intentado ni por su partido, ni por su Gobierno, ni por sus amigos. Son tres visitas sin sentido: Nueva Zelanda, Australia y la India no son prioridades de la política exterior de México. El periplo presidencial parecer ser el de un hombre agraciado por la lotería que decide llevar a su familia a conocer un mundo ignoto, visto sólo a través de las novelas inglesas. No se puede saber qué empujó al Presidente a estrenar así su avión nuevo. Pero se puede suponer.

El calendario político, el posible éxito o fracaso de las propuestas, pende de un hilo que, para desgracia del Jefe del Estado, está en manos de los partidos y de los legisladores. Algunos puntos son sorprendentes: la reaparición de Manuel Espino, pongamos por caso, evidencia la incapacidad de Calderón en materia de política partidista.

La insolencia de Vicente Fox se acentúa día tras día, mientras el PRI carece de una conducción segura y presencia una guerra de jefes menores, obsesionados por unos resultados que aparecerán dentro de cinco años. Temen ya estos hombres las consecuencias de la política actual. El porvenir de las reformas calderonianas es negro y no augura una solución pronta de los problemas que agobian a esas clases menesterosas que tanto angustiaron a Felipe Calderón durante su campaña.

La reforma impositiva, ante la actitud desafiante de los empresarios, y en general del dinero, se ha reducido a una conversación entre los dueños de éste, del dinero, y del Secretario de Hacienda. Las intervenciones del Presidente son esporádicas y poco afortunadas. Se reducen a advertir la imposibilidad de emprender obras de infraestructura. El debate, además, se ha encerrado en dos puntos considerados esenciales. Y lo son.

Una reforma de la ley electoral, después de las elecciones de junio de 2006, se antoja indispensable. Las declaraciones, plagadas de amenazas veladas y abiertas tanto de los propietarios y empleados de Televisa y de TV Azteca como del sector empresarial, confirman lo anunciado por los hombres y mujeres del IFE. Si la ley electoral impone nuestro despido, quedaría confirmada la denuncia de la izquierda contra los resultados de 2006.

Las reformas de la ley de medios y de la ley electoral, si bien se distancian en algunos puntos, coinciden en lo esencial. Recuperar una parte de la soberanía nacional...

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