Rafael Fernández de Castro / Querida España y ¿Estados Unidos?

AutorRafael Fernández de Castro

A Jordi Bacaria, profesor catalán del ITAM, que vino a abrir brecha en la enseñanza de Europa en América Latina.

Los atentados terroristas en España han conmovido a México. La tragedia de Madrid del jueves 11 de marzo no paralizó al País como sí lo hizo el martes del 9/11 de hace tres años, pero sí hemos visto una sincera solidaridad en los hogares mexicanos; un pequeño pero conmovedor mitin el viernes pasado en la plaza de las Cibeles en la colonia Roma; y una serie de sentidos desplegados de prensa. Sin dudarlo, les hemos extendido a nuestros hermanos españoles el abrazo solidario que no supimos darle a nuestros vecinos estadounidenses. (La excepción ha sido una parte de la clase política -los actores alrededor de los videos- que envenenada por el poder sigue dando un espectáculo lamentable).

No hay víctimas culpables, sentenció un escritor, a raíz de las más de tres mil muertes acaecidas en Estados Unidos por el trágico 11 de septiembre. Desde luego que esta frase está en el imaginario colectivo mexicano cuando se piensa en los españoles, la mayoría obreros y estudiantes, quienes eran los principales usuarios de los trenes volados en Madrid. ¿Por qué no pudimos decir lo mismo de las víctimas de las Torres Gemelas y del Pentágono? ¿por qué algunos compatriotas incluso llegaron a mencionar que Estados Unidos se lo merecía?

El sentimiento actual hacia España es noble y positivo. Hay una verdadera admiración por ese país vibrante, moderno y profundo con que nos unen cables tan anchos como la lengua y la religión. Incluso, miramos a España como un modelo a seguir: una democracia que supo restañar las heridas profundas de la guerra civil y el franquismo y llevar a sus ciudadanos a convertirse en unos de los seres más privilegiados del planeta: los españoles viven a plenitud, se esfuerzan por, y gozan de, una enorme justicia social.

Este crecimiento cualitativo de España y la admiración que nos ha provocado ha sustituido ese sentimiento confuso -de amor y odio-hacia la madre patria. Nuestra admiración por la España europea de hoy ha disipado la visión de la conquista y las expresiones anti-gachupines, con las que mis hijos, afortunadamente, ya no crecieron.

La lógica, pero no por eso menos noble reacción mexicana frente a la tragedia de Madrid, me lleva a reflexionar una vez más sobre la tibieza que mostramos ante el 11 de septiembre. Me parece que ésta se explica por tres principales motivos.

El primero es que nos cuesta trabajo sentirnos...

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