Rafael Segovia/ La derecha en el PRI

AutorRafael Segovia

Si de sabios es cambiar de opinión, el PRI se ha convertido en una de las mayores concentraciones de sabiduría en el País. Dispuestos hace dos años a defender el patrimonio de la Nación, han visto de pronto la luz -no hay juego de palabras- y se han convertido -no todos ni mucho menos- al patriotismo defendido y encabezado por Vicente Fox y el PAN, además de prácticamente todas las organizaciones patronales del País. Ante un Estado deficitario, no queda sino abrir de par en par las puertas de la economía nacional al capital financiero, venga de donde venga.

En unas declaraciones que figuran ya en la historia universal de la estulticia, el señor Derbez aseguró que el hecho de estar el 92 por ciento de la Banca otrora mexicana en manos extranjeras no afectaba en nada a México. Miembro del gabinete del Presidente Fox, no ha sido contradicho por nadie, lo que permite suponer un acuerdo general del Gobierno con esta manifestación patriótica, pues responde a una petición del presidente del PAN, quien solicita abandonar intereses partidistas e ideologías superadas a la clase política.

El señor Bravo Mena tiene varias materias sobre las cuales meditar desde una perspectiva cristiana, ajena por consiguiente a las menudencias de la vida política. Y la más angustiante, incluso más difícil que la privatización de la industria eléctrica, son las elecciones del 2003.

El presidente de Acción Nacional sabe que su partido no es mayoritario en el País, así haya ganado las elecciones hace dos años. Tiene presente, es de suponer y las cifras no pueden ser más claras, que el auténtico vencedor fue Vicente Fox, con ayuda de la decisión tomada por el ex Presidente Zedillo, quien le puso enfrente un candidato del PRI imposible. El tirón dado por el foxismo arrastró al PAN, que de hecho hizo tablas con el PRI en la lucha por la Cámara de Diputados y el Senado. Comparando las cifras de las elecciones federales de 1994 y 2000, se advierte una clara caída de la participación, y esta abstención fue de los priístas: no quisieron votar por Francisco Labastida.

El año que viene el PAN se encuentra en un brete, al no poder el Presidente lanzarse abiertamente a la lucha electoral, y de hacerlo sería con un figura indiscutiblemente disminuida: su desaforado optimismo verbal ya no tiene un poder de convencimiento igual al de su campaña por la Presidencia. No sólo el tirón del Presidente le va a faltar, sino que el PAN no tiene un auténtico líder capaz de encabezarlo y guiarlo...

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