A punto de cantar victoria

AutorAntonio Bertrán

Al salir de su terapia matutina de cuatro horas, Gabriel Granados parece un muchacho con su mochila al hombro y sus pants grises.

Han pasado dos años de que le realizaran un trasplante de brazos, el primero en América Latina, y el hombre de 54 años luce contento porque ha recuperado su vida independiente, objetivo de la compleja operación realizada en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ) el 18 de mayo de 2012.

"Ya voy en séptimo semestre de derecho y estoy viendo lo de mi reinstalación como perito contador en el área de Servicios Periciales de la PGJDF", comenta.

Martín Iglesias, cabeza del equipo de 17 especialistas que realizaron la intervención pionera, confiesa sentirse muy contento con la evolución del paciente que es, incluso, un "poquito mejor" que la de los otros cinco casos registrados a nivel mundial desde 1999.

"Vamos súper bien", dice el cirujano, pero le parece una "prepotencia" cantar victoria al cumplirse el plazo de dos años que planteó para evaluar el éxito del trasplante.

Granados puede sentir ya la temperatura del agua al abrir la regadera, es capaz de manipular instrumentos pesados como una jarra y servirse agua, calentar su comida en el horno de microondas o la estufa, manipular dinero para tomar un transporte, asearse y vestirse. Ahora va a sus clases de derecho en la UNAM sin la compañía de su hijo y escribe con una caligrafía cada vez más pulcra.

Como hace un año, todavía le falta lograr la pinza fina, la oposición entre el índice y el pulgar, pero ya puede ponerse los calcetines con un aditamento especial que irá dejando.

Estos logros se deben a la terapia de siete horas diarias, cinco días a la semana, que ha recibido durante 24 meses en el INNSZ.

"Del uno al 10, vamos en un 8 de avance, la sensibilidad de sus articulaciones está en una respuesta del 90 por ciento y ahora nuestra meta es que complete los movimientos más finos", dice la fisioterapeuta Rocío Cervantes.

"El paciente es muy positivo, coopera mucho y realiza sus ejercicios el fin de semana con la ayuda de su familia; eso para nosotros es vital".

Durante el primer año de rehabilitación, Granados sufrió la crisis de hartazgo que preveía el doctor Iglesias, ya que invertía muchas horas de esfuerzo y obtenía muy pocos resultados. La familia también sufrió el llamado síndrome de desgaste del cuidador, por la gran atención que demandaba el paciente.

La crisis se superó gracias al acompañamiento de la psiquiatra Judith...

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