Proyecto Familia / Frente a la adversidad

Adriana T. de Páez

Este año, con las celebraciones patrias, se ha escuchado más frecuentemente la palabra "libertad", esa condición humana lograda por los hombres y mujeres que lucharon para lograr un mejor México.

Pero hay también otro tipo de libertad, la libertad interior, la que nace de la capacidad para ser dueño de tus propios pensamientos, actitudes y decisiones. Es la que nos aleja de ser "títeres" que piensan de acuerdo con la influencia de las presiones sociales.

Esa libertad interior nos permite aceptar las circunstancias, aun lo que no se ha elegido. Y es que es muy fácil aceptar las situaciones placenteras, ¿pero cuál es nuestra actitud cuando se presentan circunstancias que nos son contrarias y desagradan?

Tenemos tres caminos a seguir: la rebelión, la resignación o la aceptación.

La rebelión es el modo más natural de reaccionar ante un problema, el no aceptar la situación por la que se está pasando y enojarse contra la vida. Pero esto no trae nada bueno. Nos proclamamos víctimas y nos quedamos inactivos lamentándonos de nuestra mala suerte.

La resignación puede seguir de la rebelión y es la etapa en la que viendo que no podemos cambiar la situación, nos resignamos. Pero ésta marca un peligro, el perder la esperanza y declararse impotente, lo que nos lleva a la tristeza y a la inmovilización.

La aceptación hace decir "sí" a una situación que no se puede cambiar y lleva a buscar formas de mejorarla o hacerla más llevadera.

Es una actitud positiva, es cambiar el papel de víctima a sobreviviente. Parto de una situación y veo qué puertas se pueden abrir, sabiendo que esta crisis me va a ayudar...

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