DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Universidad modelo

AutorCatón

Una joven mujer le dijo al médico: "Pienso, doctor, que tendrá usted que hacerle la vasectomía a mi marido". Contesta el galeno: "Si no recuerdo mal, señora, hace tres o cuatro años le hice la vasectomía a su esposo. Y nunca he oído hablar de un hombre que tenga dos pares de aquéllos". "Estoy segura de que no, doctor -replica ella-. Pero seguramente habrá oído hablar de una mujer que ha tenido dos maridos"... Un tipo invitó a otro: "¿Qué tal si jugamos golf mañana?". "No puedo -responde el amigo-. Mañana es el día en que salen los niños, y debo hacerme cargo de la niñera"... La Universidad Popular Autónoma de Veracruz, de Xalapa, es una institución cuyo modelo educativo debería servir ejemplo y dar origen a otras instituciones semejantes en todos los estados del País. Gracias a ella millares de estudiantes que de otra manera quedarían fuera de las aulas tienen acceso a una educación universitaria de alta calidad, y conseguir así mayores oportunidades en la vida. Al frente de ese magnífico proyecto está un hombre excepcional, el maestro Guillermo H. Zúñiga Martínez. Conocerlo y tratarlo es un señalado privilegio, no sólo por su cultura y su saber, sino por su elevada condición humana. Caminé con él por las calles del centro de Xalapa -que son también, como dijo López Velarde hablando de las sinuosas y empinadas calles de la bizarra capital de su estado, Zacatecas- "una broma pesada". La gente saludaba con afecto a quien fue Alcalde de la bella ciudad; lo llamaba respetuosamente "maestro", y de continuo lo detenía para entablar con él una breve y cordial charla. Educador que ha recogido lo mejor de la noble tradición normalista de Xalapa; excelente orador que en su juventud llegó a ser campeón nacional en aquellas reñidas justas de elocuencia organizadas por El Universal; hombre sabio que conoce como pocos la historia y tradiciones de su Estado, el rector Zúñiga Martínez hace de su conversación una cátedra dicha al mismo tiempo con elegancia y sencillez. Agradezco a la vida -esa extraña mujer que quita y da- el regalo de haberlo conocido junto con su amable y gentilísima esposa, la señora Guillermina. Visité esa Universidad que tanto bien...

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