DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Trato en Cancún

AutorCatón

En cierto bar de Cancún un parroquiano se sentó en la barra y le dijo a la linda cantinera: "-Te llamas Dulciflor, ¿verdad?". "-Así es" -respondió ella. "-Eres muy guapa -le dijo sin más el individuo-. Te daré 5 mil pesos si pasas un rato conmigo en el cuarto de mi hotel". La chica, que andaba escasa de fondos, aceptó el trato. Lo mismo sucedió los siguientes cuatro días. El sexto día el tipo ya no se sentó en la barra, sino en una mesa. Extrañada por ese alejamiento -había recibido ya 25 mil pesos del sujeto, y quería recibir más- la muchacha fue hacia el hombre: "-¿No te molesta si me siento contigo?". "-Adelante" -autorizó él sin mostrar mucho interés. Para entablar conversación preguntó Dulciflor: "-¿De dónde eres?". Respondió el cliente: "-De Canepa, en la frontera norte". "-¡Qué coincidencia! -exclamó ella-. ¡Yo también soy de ahí! ¿En qué calle vives?". Contestó el tipo: "-En la calle Sicomoro". "-¡Qué coincidencia! -volvió a asombrarse ella-. ¡Yo vivía con mis papás en esa misma calle! ¿En qué número de la calle vives tú?". Dijo el otro: "-En el 122". "-¡Qué coincidencia! -profirió ella, estupefacta-. ¡La casa de mis papás está en el 124!". "-Ya lo sé -dijo con displicencia el individuo-. Los conozco, y cuando les dije que venía a Cancún me dieron 25 mil pesos para que te los entregara. Ya te los entregué"... El Padre Arsilio, bondadoso sacerdote, fue a una excursión en la montaña. Perdió pisada y cayó por el borde de un hondo precipicio. Habría muerto de seguro si no es porque alcanzó a asirse de unas ramas. Gritó desesperado: "-¿Hay alguien allá arriba?". Desde el cielo se oyó una majestuosa voz: "-Aquí estoy yo, hijo mío. No te aferres a esa vida terrenal. Suelta esas ramas. Morirás, sí, pero mañana estarás conmigo en el paraíso, al lado de mi Padre. Gozarás eternamente las delicias celestiales con los ángeles y los arcángeles. Siempre has querido ir al Cielo. Te prometo que irás allá conmigo. Anda, déjate caer". Oyó aquello el Padre Arsilio y volvió a gritar: "-¿Hay alguien allá arriba?"... Voy a contar ahora cómo acabó una...

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