DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Traje a la medida

AutorCatón

Tengo muy pocas certidumbres, y aun de ésas dudo a veces. Ya que no puedo vivir en estado de constante excitación, vivo en estado de hesitación constante. Eso no me preocupa, pues de la duda deriva más saber que de la certitud. Sin embargo, estoy seguro de una cosa: jamás mereceré la gracia de que la jerarquía de mi iglesia -la católica- me tenga por hereje. No alcanzaré el honor de que mis textos sean puestos en algún Index Librorum Prohibitorum, ni me fustigará un sañudo editorial del semanario Fe, título afortunado si se considera que para muchos católicos la fe es cuestión meramente semanaria. (Los cristianos dedicamos los sábados a cometer pecados de los cuales nos arrepentiremos los domingos para luego olvidarlos el lunes). Confieso humildemente que con frecuencia hago abandono de mi cristianismo. Tampoco eso me apura, pues he llegado a pensar -gran herejía- que Nuestro Señor Jesucristo actuó a veces en forma poco cristiana. Predicó el amor, el perdón de las ofensas; nos ordenó hacer el bien a nuestros enemigos. Pero esgrimió el látigo, y usó la violencia para expulsar a los mercaderes del templo. (En todo caso debió haber expulsado a los sacerdotes que les permitían comerciar ahí). Y -aquí va otra herejía- también Jesús dudó. En el supremo instante de la muerte vaciló su fe, y con angustia preguntó a su Padre por qué lo había abandonado. En eso, y en su ira contra los mercaderes, yo veo muestras de la humanidad de Cristo. Por desgracia algunos cristianos toman aquel acto violento de Jesús como argumento para justificar la violencia. En esto de la paz y de la no violencia los cristianos tenemos mucho qué aprender. Los budistas, por ejemplo, jamás han matado a nadie en nombre de Dios. (Hasta donde sé, el budismo es la única religión que nunca ha provocado una guerra). Nuestro problema de cristianos es esa triste forma de claudicación que he llamado "siperismo". Nos dice el mandamiento: "Ama a tu prójimo". Y respondemos: "Sí, pero me reservo el derecho de decir quién es mi prójimo y quién no". Pedimos: "No nos dejes caer en tentación". Y pensamos secretamente...

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