DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Nuevos caminos

AutorCatón

"Mi marido ya no funciona". Eso le dijo doña Urgilia al doctor Pipiano, urólogo reconocido. El facultativo abrió un cajón y de él sacó un frasco que contenía un líquido de color indefinido. Le informó a la señora: "Me acaba de llegar este elixir revitalizador de la potencia masculina. Está hecho a base de extracto de yohimbina, hierba damiana, hueva de liza y polvo de ostión deshidratado. A mí... Perdón: a mis pacientes les ha dado muy buenos resultados". Así diciendo le escribió a doña Urgilia una receta: "Administrar 4 o 5 gotas al paciente". Desgraciadamente ella leyó: "405 gotas". Por eso yo defiendo el uso de acentuar en estos caso la o: "4 ó 5 gotas", pues el acento evita que se confunda la vocal con el cero. La Academia, sin embargo, suprimió la tilde. No sabe la docta corporación el efecto que su medida tuvo en este caso. Al día siguiente el doctor Pipiano llamó por teléfono a doña Urgilia y le preguntó si las gotas le habían dado resultado a su marido. "¿Que si le dieron resultado? -contestó la señora entre furiosa y gemebunda-. ¡Venga, a ver si usted puede cerrar la tapa del ataúd!"... Cosa fácil sería hacer burletas en torno del decálogo propuesto por López Obrador como guía para adaptarnos a la nueva realidad tras de la cuarentena. Entre homilía de clérigo y prédica de motivador esa lista de mandamientos se antoja declaración aldeana llena de sugerencias anacrónicas y de un conservadurismo ingenuo, elemental. Habituados como estábamos después de más de siete décadas a oír los discursos incoloros, inodoros e insípidos de los políticos tradicionales, los conceptos de un gobernante sui géneris como AMLO nos sacan de onda y ponen a prueba nuestra capacidad de comprensión; comprensión tanto en el sentido de entender como de justificar. Desde luego es cuestionable su propuesta de no comer carne sino de animales criados "en el patio", o sólo verduras cultivadas en el propio huerto o en el jardín de casa. Igualmente debatible es su invitación a fincar nuestro alimento en "el bendito maíz". Sin embargo a mí me gustó mucho la exaltación que en su sermón hizo de la familia el Presidente, lo mismo que su llamado a buscar en lo espiritual nuevos caminos. Esto último suena extraño en boca de un político, pero no cabe duda de que en los tiempos que corren -tan lentamente, ¡ay!-, tiempos de enclaustramiento y confusión, esa convocatoria a la espiritualidad cobra relevancia. En fin: después...

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