DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Destierro hasta la fecha

AutorCatón

¡Mañana! ¡Sí, mañana aparecerá aquí "El chiste más pelado del primer semestre del año"! Tan execrable chascarrillo debió haber visto la luz el último día del pasado junio, pero doña Tebaida Tridua, regidora de la moral social, se amparó contra su publicación, y ese recurso le fue concedido pese a que no soy autoridad ni siquiera en mi casa, la de ustedes. Lean mis cuatro lectores esa tremenda badomía y comprueben una vez más que los escasos grumos de moral que aún quedaban en el mundo se han diluido en la mundanidad... Don Mariano Fuentes Narro, mi abuelo paterno, veneraba a Porfirio Díaz. En cambio papá Chema, mi abuelo materno, lo detestaba. Llevo en mí entonces, con mis muertos, dos herencias contrarias. La familia de mi padre era conservadora; revolucionaria la de mi mamá. Yo, desconcertada síntesis, soy a veces un conservador muy revolucionario, y en ocasiones un revolucionario muy conservador. Al tratarse de don Porfirio, por ejemplo, lo juzgo un gran patriota y un mexicano grande, pero no pienso que sus restos deban ser traídos a México. La historiografía oficial, enorme tejido de mentiras, ha condenado a Díaz al basurero de la historia. Maniqueo relato es ése, donde hay héroes impolutos y villanos sin posible redención. En él está ausente la plenitud del hombre, capaz lo mismo de grandeza que de mezquindad. Quienes pergeñaron tan falsa narración no hicieron historia, elaboraron dogmas. Nuestro relato histórico no es tal: es un inmóvil panteón de estatuas marmóreas y broncíneas. Porfirio Díaz, igual que todos los humanos, tuvo luces y sombras. Opino, sin embargo, que cuando se haga un balance justo de su vida y sus acciones pesará más lo bueno que lo malo. Sus errores son atribuibles mayormente a su época; sus aciertos son los de un hombre de Estado que dio a México la paz que había perdido y le allegó prosperidad y reconocimiento universal. ¿Que hizo eso con mano dura? Es cierto: así se gobernaba en aquel tiempo, aquí y en todas partes. Error mayúsculo es juzgar una época con los criterios de otra. A don Porfirio no se le ha reconocido su mayor heroísmo: el de la renunciación. No lo sacó de la Presidencia el...

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