DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Cura imprudente

AutorCatón

Algunos sacerdotes no pueden evitar caer en culpa de soberbia. Desde el seminario se les enseñó que son hombres excepcionales, apartados de los demás y superiores a ellos, pues están por encima de los tres enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne. No son pocos los profesionales de la religión que se sienten amigos personales de Dios, y sus voceros. Además los sacerdotes son de los pocos especímenes humanos que en un tiempo de estandarización igualitaria pueden usar todavía una parafernalia teatral de vestiduras especiales, brillantes ornamentos, vistosos accesorios, gorros de extrañas formas: bonetes, capelos, tiaras, solideos, mitras; todo lo cual les confiere un aire -un aura- de sacralidad que da autoridad a sus palabras aunque estén diciendo sandeces o ñoñerías. Eso lleva a algunos que se creen concesionarios de Dios a caer en las peligrosas tentaciones del protagonismo. Tal se diría que están permanentemente al acecho de una oportunidad propicia al lucimiento personal. Ven cámaras y micrófonos y corren hacia ellos como a un panal de rica miel. Sé de incontables sacerdotes, religiosos y religiosas que realizan una encomiable obra de bien, pero lo hacen calladamente, sin buscar reflectores, premios o alabanzas. Caso muy diferente es el de los showmen de la Iglesia, que gustan demasiado de aparecer en prensa, radio y televisión. Lo hacen con ventaja, pues increíblemente todavía hay en este tiempo muchos que aceptan que tales hombres son "representantes de Cristo en la tierra", y toman sus opiniones como venidas de la divinidad. Se les trata con un respeto y una deferencia de que no gozan los miembros de otros grupos sociales, y aun los espíritus más críticos se detienen ante ellos con un cierto temor reverencial. ¿Cuántos años tuvieron que pasar, y cuántos dolorosos sacrificios hubieron de hacer muchos, antes de que se conocieran y reconocieran los execrables abusos cometidos por Marcial Maciel? Pienso que el mejor servicio que los laicos podemos hacer al clero es "desclerizarlo", vale decir desacralizarlo. Recordarles a los clérigos su condición meramente humana, que algunos de ellos parecen olvidar, los acercaría más a los hombres y les permitiría servirlos...

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