De Política y Cosas Peores/ La nada jurídica

AutorCatón

En la penumbra de la iglesia, sentado en una banca, aquel hombre meneaba la cabeza sin cesar y repetía una y otra vez estas palabras: "-Ah chingao. Ah chingao". Lo escuchó el sacristán, y fue a informar al señor cura que en el templo estaba un individuo profiriendo voces inconvenientes. Acude el párroco, y oye también lo que decía el hombre: "-Ah chingao. Ah chingao". Se dirige a él y lo amonesta con palabras de admonición, severas. "-Oigame usted -le dice-. Estamos en la casa de Dios. No diga aquí esas expresiones, tan contrarias al respeto de este sacro lugar, y a su decoro". "-Perdone usted, padre -se disculpa el sujeto-. Es que me ha sucedido algo que no puedo entender". "-¿Qué te sucedió, hijo? -pregunta el sacerdote cambiando el tono de su voz al percibir la contrición del individuo-. ¿Por qué prorrumpes en esa exclamación inconveniente?". "-Como usted ve, padre -explica el hombre-, yo soy rubio. Mi mujer es rubia también. Todos en mi familia son rubios, y todos rubios también en la familia de ella. Y sin embargo acaba de dar a luz un hijo, y es negrito". Se rasca la cabeza el señor cura y dice: "-Ah chingao. Ah chingao"... Pues bien: la misma expresión salió de mis labios cuando supe que el oficial del Registro Civil que actuó en el matrimonio civil del Presidente Fox estaba fuera de la circunscripción que le corresponde. Dije en la soledad de mi despacho: "-Ah chingao. Ah chingao". Después leí los señalamientos según los cuales tal matrimonio puede ser tachado de nulidad. Salgo al paso de tal imputación para decir que es falsa. Un matrimonio así oficiado no es nulo. Diré por qué, según mi opinión y la de sabios jurisconsultos a quienes he consultado sobre el caso. (A mí ya se me quitó lo abogado, pero a ellos no). Vamos a ver. En el Distrito Federal los oficiales del Registro Civil tienen cada...

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