DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Bola de Agua

AutorCatón

"-¿Cuánto cobras?" -le preguntó el sujeto a la mujer que ofrecía sus servicios en la esquina. "-Quinientos pesos" -respondió ella. "-Te daré mil -ofreció el tipo-. Pero has de saber que encuentro placer sensual en golpear a mi pareja". Ella aceptó la condición -con esto de los nuevos impuestos, la cosa se ha puesto muy difícil-, y en efecto, tan pronto empezó el trance él se aplicó a la tarea de darle fuertes manotazos en las pompas. "-¡Mano Poderosa! -clamó la maturranga al sentir aquel rudo castigo-. ¿Hasta cuándo seguirás dándome esos tremendos golpes?". Respondió el individuo: "-Hasta que me devuelvas mis mil pesos"... Decía Afrodisio Pitongo: "-Tengo una compañera de oficina que habla cinco idiomas, y en todos me dice que no"... Consejo de un galán a una linda chica: "-Si no usas lo que te dio la madre naturaleza, antes de que te des cuenta el padre tiempo te lo quitará"... Le dijo la mujer a su marido: "-Está bien: te estoy poniendo el cuerno. Pero, a ver, dime algún otro defecto que tenga"... Dice un antiguo dicho: "El que busca mujer y va a Celaya, ahí se la halla". Y dice bien. ¡Qué mujeres tan bellas hay en esa bella ciudad guanajuatense! Mas no sólo hermosas damas hay ahí. Vale la pena ir a Celaya únicamente para ver el espléndido púlpito que en el templo de San Francisco talló el sabio ebanista don Eutimio Rodríguez, en el cual aparece el Poverello de Asís con el lobo de Gubbio y una oveja, símbolo de la paz y el bien que predicaba aquel segundo Cristo. Son legendarias las cajetas de Celaya, que tienen el sabor que deben haber tenido los edénicos ríos que manaban leche y miel. Se disfrutan ahí delicias de cocina como esas inverosímiles pencas de nopal cocidas a la barbacoa y rellenas con los bravíos manjares de la tierra: chorizo, queso fuerte y chicharrón. La hospitalidad de los celayenses es señorial, de gente buena que sabe que no hay frondas ni frutos si falta la raíz. Todas ésas son galas de Celaya. A cada vuelta de la esquina nos sale al paso don Francisco Eduardo Tresguerras, arquitecto que se construyó a sí mismo, y en toda la ciudad vibra el aire de aquel pasado mexicano hecho de religiosidad, vida del...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR