Plaza Pública/ Yunes

AutorMiguel Angel Granados Chapa

EL NORTE/México

MEXICO.- Al llamarse difamado, Miguel Angel Yunes parte de un error elemental. Sólo se difama a quien goza de buena fama. Y no es su caso. Ha sido un político lodero, elegido precisamente por esa vocación para embestir contra el Procurador del Distrito Federal, Samuel del Villar. Yunes está siendo utilizado, si bien agrega a la maniobra su propio entusiasmo, en el inútil empeño de que el Gobierno federal se resarza del daño que le infieren las fundadas imputaciones al ex Regente de la ciudad y ex Secretario de Turismo.

Yunes ha sido un político de medio pelo, en Veracruz y en la Ciudad de México. Tuvo la suerte de ser parte del vasto equipo de quienes defendieron, en la Comisión Federal Electoral de nefasta memoria, la elección de Carlos Salinas de Gortari. Allí afianzó su nexo político con Patricio Chirinos y Jesús Murillo Karam, que habrían de acogerlo en el futuro. Pero él mismo no contó con fortuna en aquellos comicios: fue derrotado por doña Marcela Lombardo, en un distrito del sur capitalino, pues Yunes había salido expulsado de la política local de Veracruz. En el paroxismo de la ira por su suerte adversa, intentó enderezarla pretendiendo comprar a la candidata del PPS-FDN, a quien ofreció un cheque en blanco, como pago por una diputación.

Pudo al fin ser Diputado federal tres años después, luego de servir a su amigo Chirinos en la Sedue. Lo hizo con el mismo talante excluyente y rijoso que desplegaría a todo trapo cuando Chirinos recibió de Salinas la ínsula veracruzana, como Sancho gobernó la Barataria. Arbitrario y torpe, peleó con todos, aun los miembros de su partido. Como útil número dos en el estado, Secretario General de Gobierno, estuvo en la primera línea para difamar, y empujar hacia la cárcel por varios años, a Dante Delgado, más tarde exonerado por la justicia federal de los delitos que le imputaron Chirinos y Yunes. Persiguió a Ignacio Morales Lechuga, y su agresiva conducta contó entre los factores por los que el ex Procurador General de la República renunció al PRI en septiembre de 1997. A medio camino mudó de puesto en el gabinete: de Secretario pasó a ser líder del PRI veracruzano. Su estrategia intimidatoria logró el resultado contrario al que buscaba: su partido perdió decenas de Alcaldías, y Yunes la posibilidad de ser candidato a Gobernador.

De regreso en el destierro capitalino, su amigo Murillo Karam lo hizo funcionario de Gobernación apenas pudo. De no mediar entre ellos afinidades y amistad...

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