Plaza Pública/ Nueva iatrogenia

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Un neurocirujano realiza una intervención quirúrgica -guiado más por criterios mercantiles que médicos- a un deportista de alto rendimiento, quien como consecuencia de la deficiente prestación de tal servicio no sólo interrumpe su dedicación a las prácticas físicas que eran la razón de su vida, sino que debe erogar una fortuna en intentos operatorios por corregir el daño causado. Y cuando denuncia en público esos hechos, agravados por el desdeñoso abandono de su caso y ante la imposibilidad de hacer valer sus derechos por otras vías, el médico convertido en funcionario público pone el peso de su investidura en apabullar al paciente-impaciente con una demanda por un millón de dólares, por daño moral, como si su prestigio valiera infinitamente más que una vida destrozada.

Iatrogenia es la gestación de males en hospitales o por tratamientos médicos imperitos o descuidados. Son las enfermedades causadas por quienes deben curarlas. A esa noción ya aceptada de la iatrogenia ha de añadirse una modalidad emergente: la del golpe financiero o intimidatorio que pretende asestar un médico denunciado por negligencia para terminar de exprimirlo o para obligarlo a callar. Esa es la nueva iatrogenia.

Quien la practica o la protagoniza es el doctor Mauro Loyo Varela, Secretario de Salud del Gobierno de Veracruz pero, a la sazón del caso al que ahora me refiero, profesante de la neurocirugía en su consultorio privado. Su víctima, actual en el terreno médico, presunta en el ámbito judicial, es el antiguo maratonista José Espinosa Villaseñor.

A mediados de 1997, luego de participar en los maratones abrileños en París y Londres y en el del Día del Padre en México, Espinosa Villaseñor acudió al doctor Loyo Varela, quien le diagnosticó una hernia discal y le advirtió, según el paciente, "que de no ser intervenido quirúrgicamente, en poco tiempo dejaría de caminar, ya que la pierna se estaba denervando". Mucho tiempo después, el neurocirujano ha explicado -en su demanda por daño moral- que "hizo hincapié en que su padecimiento agudo era la radiculopatía, y que el dolor crónico que padecía en la espalda seguramente se debía a la desviación torácico-lumbar raquidea, y que por tanto era probable que no se resolviera en su totalidad con la intervención quirúrgica referida".

Espinosa niega que esa explicación se haya producido oportunamente. Loyo Varela no la adujo cuando su antiguo paciente acudió a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, a cuya función se negó a...

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