Plaza Pública/ Ministerio Público

AutorMiguel Angel Granados Chapa

El Ministerio Público capitalino, la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal desempeñan hoy, ante la opinión general, el papel del cohetero, al que la gente silba cualquiera que sea el resultado de su artificio. Si el Ministerio Público actúa, mal; si no lo hace, mal también: si solicita y obtiene la orden de aprehensión contra Oscar Espinosa Villarreal, es un perseguidor; si retiene por unas horas, menos que el plazo constitucional, a policías que privan de la vida a un asaltante, es que castiga el cumplimiento del deber; si demora la averiguación previa sobre los comandantes de la Policía Auxiliar, porque no halla elementos suficientes para consignar, practica la lenidad.

1) Desde la clandestinidad, fuera del alcance de la justicia, extremo posible cuando se dispone de medios materiales y políticos que encubran, Oscar Espinosa Villarreal avisa que aparecerá cuando esté sujeto a "la verdadera ley", y cuando no se exponga a sufrir un lapso de detención al cabo del cual se le pidan disculpas. Eso quiere decir que reclama un privilegio que nadie podrá concederle (salvo que recibiera amparo de la justicia federal contra la orden de aprehensión). En efecto, puede ocurrir que al cabo del proceso que se inicie cuando sea detenido, el Juez que ordenó su aprehensión concluya que no se configuró el delito de que se le acusa. Y en efecto, sin siquiera pedirle perdón, se le exoneraría. Pero no porque el Procurador Samuel del Villar lo hostigue, sino porque así es el sistema procesal penal en México: sólo al cabo de un proceso se decreta la inocencia de un acusado, aunque haya habido indicios para presumir su culpabilidad en el acto inicial de dicho proceso.

La carta de Espinosa Villarreal, leída con solidaridad confortante por su hermano Francisco, denuncia el acoso a su familia, que debe evitarse y ser castigado si no deriva de la explicable intención policiaca de situar su paradero. El mensaje pretende dar un golpe político, montado en la impopularidad del Procurador, creada por algunos medios informativos: si es Del Villar el acusador, entonces el acusado debe ser inocente, una víctima más de la arbitrariedad del Ministerio Público. Sólo que el asunto ya no es sólo asunto del Procurador. Hace mucho tiempo que no lo es. La sección instructora de la Cámara de Diputados, donde en rigor no había un solo representante del PRD, admitió que los indicios mostrados por el Ministerio Público obligaban a levantar la inmunidad de que gozaba el ex...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR