PLAZA PÚBLICA / El ISSSTE como botín

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

A los protagonistas del escándalo en torno al ISSSTE les pasa lo que al soldado andaluz Fermín Trigueros, que según una coplilla popular española tenía tal fama de embustero que cuando fue decretada su muerte, y ya colocado en la fosa, saludó a los sepultureros que de todas maneras lo enterraron imaginando que también mentía al afirmar que estaba vivo. Y es que el descrédito de los mendaces consuetudinarios es tal, concluía el verso callejero, que afirmarán "que hay Dios y les dirán que mienten".

Pero sólo a manera de hipótesis, demos por cierto que Elba Esther Gordillo pidió a Miguel Ángel Yunes, en enero o febrero de 2007 -él ha mencionado las dos fechas- en un hotel de San Diego, al que acudió devoto, una cuota de 20 millones de pesos cada mes. De la boca de Yunes sabemos que se negó a hacerlo. No sabemos, sin embargo, y es importante dilucidarlo, sea en la vía de los hechos o de la lógica política, qué pasó después.

Es de suponer que un colaborador del Presidente, designado apenas unas semanas atrás, estaba obligado a informar de la desmesurada pretensión de Gordillo, que había entablado relación con Calderón por lo menos desde septiembre de 2005 por mediación de Yunes, y que éste lo hizo. Debemos, en consecuencia, conjeturar que el Presidente quedó al tanto de la solicitud de la profesora. Una segunda alternativa es que, movido por la discreción, que ha de ser una de sus virtudes, Yunes guardó el atrevimiento de Gordillo en lo íntimo de su conciencia y únicamente lo dio a conocer el martes pasado, en una conferencia de prensa convocada a modo de respuesta de la que Gordillo había mantenido el miércoles anterior.

Si Calderón estuvo enterado, hemos de preguntarnos cuál fue su reacción. Tal vez felicitó a Yunes por la escrupulosa defensa que con su sola negativa hizo del patrimonio del ISSSTE. Quizá le pidió que, no en la medida planteada pero sí en otras dimensiones, accediera a lo pedido por la amiga de ambos, a fin de conservar vigente su voluntad de colaborar con el naciente Gobierno. O, plenamente solidario con su colaborador, acaso buscó a Gordillo y le aclaró que el pacto político que establecieron antes de la elección de julio de 2006 no incluía la disposición de recursos públicos en provecho de un partido que, por más simpático que resultara a Calderón, por el papel que había desempeñado en la trama para hacerlo sentarse en la silla presidencial, no era ni siquiera su propio partido.

Cualquier cosa que sucediera, lo ocurrido no...

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