Plaza Pública/ Gobierno del DF

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Con el oportuno anuncio de su gabinete, Andrés Manuel López Obrador ganó atención pública al acto semejante de Vicente Fox, que a partir de hoy retaceará la notificación del elenco con que gobernará. Sin que pueda decirse que ambos gobiernos contienden, por sus obvias diferencias, es claro que asistimos y asistiremos a una constante emulación entre la administración federal y la de la Ciudad de México, opciones políticas contrastadas en el sexenio inmediato y de cara al futuro. Frente a la grandilocuencia de la asunción foxista, por ejemplo, López Obrador ha dispuesto una toma de posesión sobria, como lo es él mismo. Ante la constante presencia del Presidente electo en los medios, el próximo jefe de Gobierno prefiere la discreción. En vez del incumplido anuncio de que ya viene el anuncio, López Obrador lanzó de una vez, inesperadamente, la lista de sus colaboradores.

Salta a la vista que hay en ella más mujeres que varones. No hay maquillaje en esa decisión. Es comprensible, y obligado que así ocurra en un partido que tiene una presidenta y en una ciudad donde rige una jefa de Gobierno. Es un formidable conjunto de señoras cuyos afanes previos, conocidos los más de ellos, eficaces todos, auguran un desempeño a la altura de las exigencias capitalinas. Expertas en lo suyo, son apasionadas de lo nuestro, que es la República. Algunas se encargarán de funciones a menudo puestas en cuestión rudamente. Por ejemplo, la ex delegada en Cuajimalpa Jenny Saltiel se encargará de la regulación del transporte en momentos en que hará crisis la revista a los vehículos de pasajeros, en una área urgida de reestructuración a fondo y en que los intereses creados son poderosos como casi ningunos otros.

Integrar el equipo resultó una obra de relojería, en que los equilibrios entre cambio y continuidad, entre afiliación partidaria y pertenencia al activismo civil, entre la academia y la política resultaron bien servidos. Hubo también lugar para las lealtades amistosas, tanto más legítimas cuanto más referidas a personas idóneas. Haber persuadido a Julieta Campos, una mujer de espíritu para que vuelva a la acción pública, en una comarca crucial para la economía urbana como es el turismo, habla bien de las capacidades de persuasión del jefe de Gobierno.

Quizá no las ejerció a plenitud en el caso de Samuel del Villar, el honesto y eficaz Procurador del trienio que concluye. Con justeza, López Obrador había incluido a Del Villar en el breve grupo de quienes serían...

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