Plaza Pública / Otras esposas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Otro día documentaremos la reiterada posición de la señora Marta Sahagún de Fox respecto de su postulación presidencial. Implícita y explícitamente ha repetido, o no ha negado, lo que es una forma de admitir, esa pretensión. De ser verdad, como sorprendentemente afirma su esposo el Presidente de la República, que los medios han creado esa fantasía, hubiera bastado con una declaración de su mujer, apenas se la incluyera en una encuesta de presidenciables, para agradecer las atenciones y solicitar el retiro de su nombre de los sondeos.

Pero hoy nos referimos a otras esposas aspirantes a reemplazar a sus maridos o a llegar a otros puestos de elección popular. En dos de esos casos es aplicable la objeción principal formulada a las pretensiones que la señora Fox no ha cortado de tajo (como haría quienquiera que no desea ser presentado como precandidato): es ilegítimo que el poder se alcance desde el poder, merced a las ventajas de exposición pública y de desempeño gubernativo que da el poder. Sin antecedentes políticos propios y sin proyección social previa a la asunción de sus maridos al gobierno estatal, María del Carmen Ramírez en Tlaxcala y Martha Elena García en Nayarit se hallan ahora en busca de suceder a sus esposos.

Por su parte, María Rubio, esposa del gobernador de Quintana Roo, Joaquín Hendricks, que tampoco había tenido desempeño político alguno, ha admitido que puede ser candidata a alcaldesa de Cancún, en los comicios de febrero próximo. Su caso es distinto de los dos anteriores, no sólo porque no quiere quedarse en el palacio de gobierno estatal sino porque sería postulada por un partido opositor al PRI, que es el de su esposo. Por añadidura, la pública desavenencia de esa pareja, la denuncia mediática que ella lanzó sobre los abusos de Hendricks a cargo del erario quintanarroense, harían al gobernador un adversario que no apoyaría a su mujer.

Es distinto el caso de la senadora tlaxcalteca Ramírez, esposa del gobernador Alfonso Sánchez Anaya, y de la señora García, que lo es de Antonio Echevarría Domínguez. Los dos mandatarios son firmes impulsores de la candidatura de sus cónyuges. El primero ya consiguió hace cuatro años que su esposa comenzara su carrera política, en una curul senatorial, circunstancia que ella aduce para probar sus merecimientos. Pero le es imposible negar que sin su condición civil no hubiera tenido ninguna posibilidad de ascender en política.

En las próximas semanas, el 18 y el 19 de julio, se dilucidará en...

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