Plaza Pública / Diáspora priista

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Aun en los tiempos de la hegemonía priista, que eran también los de la homogeneidad aparente en ese partido (aunque existiera una heterogeneidad latente), los periodos electorales propiciaban la salida de inconformes. Iban a otros partidos, principalmente el PARM, a jugar a la oposición. Y a veces volvían al PRI, pues su abandono solía ser valor entendido o, cuando más, berrinche perdonable. Antes hubo casos como el de Ezequiel Padilla, que siendo canciller abandonó el Partido de la Revolución Mexicana para ser candidato contrario al de esa formación; y 18 años después, cuando ese descarrío quedó olvidado, no sólo volvió al redil tricolor sino que en 1964 fue hecho senador en el partido del que había abjurado y contra el cual combatió.

Sólo cobró verdadera importancia la renuncia de militantes cuando, a partir de 1987, la Corriente Democrática abrió un ancho camino de salida por el cual se fueron miles de priistas, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Éste había presidido el PRI, lo que abultaba la importancia formal de su renuncia. A partir de entonces no ha cesado el desgajamiento del partido tricolor. Aunque en los hechos y en las palabras otro ex líder priista, Carlos A. Madrazo, se marchó también, no llegó a formalizar su dimisión. En cambio, con enfática carta de renuncia se ha ido otro ex dirigente nacional del PRI, Genaro Borrego. Se va en un momento en que otros que fueron sus correligionarios se anticiparon a su decisión, y cuando en otros partidos hay también, así sea en menor medida, retiros y despidos.

Fernando Aboitiz se fue de Acción nacional, con cuyo impulso llegó hace tres años a la jefatura delegacional de Miguel Hidalgo, bastión panista si los hay. Coincidieron su deseo de marcharse y la decisión de su partido de echarlo. Acercamientos de Aboitiz con el gobierno perredista, que le fueron reprochados por sus compañeros, llegaron a su culminación cuando despidió a empleados municipales que apoyaban a la candidata de su partido a sucederlo, la diputada Gabriela Cuevas. Para esconder la maniobra contraria a la ley que Aboitiz castigó, la candidata lo acusó de favorecer a su contrincante perredista, Carlos Reyes Gámiz. El panista renunciante no ha resuelto afiliarse a otro partido.

Por su lado, el diputado Emilio Zebadúa, que fue elegido como candidato externo en la planilla perredista a la LIX legislatura, se fue del PRD porque se frustró su aspiración de abanderar a ese partido en la contienda por la...

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