PLAZA PÚBLICA / Cordero, locuaz y silencioso

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Una vez libre de su responsabilidad como Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero renunció al cargo que desempeñó durante dos años ocho meses, algo que universalmente le era solicitado. No quedará librado a sus propias fuerzas. Indebidamente, el comité panista en el Distrito Federal le prestó sus instalaciones en la colonia Roma. No lo había hecho con ningún otro de los aspirantes, y eso significa una ventaja leve o intensa en un acto que puede resultar costoso.

Si bien el de anteayer no es exactamente equiparable al destapamiento de Josefina Vázquez Mota, ésta pagó con sus propios recursos su inicio de campaña, aunque haya quedado disfrazado por el de gestión de cuentas como jefa del grupo parlamentario blanquiazul en San Lázaro. Tampoco Santiago Creel empezó su recorrido en una instalación oficial, ni del Congreso, ni del partido. Cordero lo hizo porque tal vez busque significarse como un aspirante que no se mide con el mismo rasero que los demás.

Dos compañeros suyos en el gabinete, Heriberto Félix Guerra y Alonso Lujambio, renunciaron a su aspiración de ser postulados por su partido. Javier Lozano, que tanto se ha caracterizado por su autoritarismo, se quedó en la Secretaría del Trabajo y desde allí acompañará a Cordero en su puja por hacer lo que hizo Felipe Calderón en 2005.

De modo que quedan en la palestra (así llaman al gimnasio en el norte de Italia) los legisladores con licencia Creel y Vázquez Mota. Es de cuidar que el poblano, antiguo militante priista, no aproveche su cargo en el gabinete para apuntalar las finanzas de Cordero.

El ex Secretario de Hacienda entró en una nueva etapa de su breve carrera política, la primera que le supone contender contra adversarios, ya sea en elecciones constitucionales, ya en la contienda interna panista. Hasta ahora su avance político ha dependido de una sola voluntad, la de Felipe Calderón, ya sea cuando éste buscó ser candidato del PAN, ya cuando enfrentó a Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo en la pugna constitucional de 2006. Su falta de experiencia en estas lides puede ser un peso difícil de sobrellevar.

Sus primeros andares no han sido afortunados. Dejemos de lado su vínculo con Miguel Ángel Yunes y con Fernando Larrazabal. El domingo mismo, ante un apoyo notorio de políticos importantes de su partido, se mostró novato en el habla. La oratoria no es aquello que más le enseñaron, o que con mayor provecho estudió en el ITAM y en la escuela de Economía de la Universidad de Yale, ni...

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