Plaza Pública/ Anatocismo al revés

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Un fantasma adeuda a una pensionista michoacana la fantástica suma, imposible de imaginar para la gente común, de 440 mil millones de pesos, tres veces más de la cantidad que aspira a recoger cada año el Gobierno federal con su Nueva Hacienda Pública Distributiva. Puesto que los fantasmas no son buenos pagadores, es probable que una porción verosímil del descomunal adeudo resulte pagada por usted, lectora, lector, a través del IPAB. De sus arcas, el desorganizado Banco del Atlántico, que es el fantasma de que se trata, está a punto de recibir 13 mil millones de pesos, para que resulta atractiva su integración a Bital.

Esta danza de millones, esta mezcla de circunstancias en que se juega con el dinero público, tiene en el centro a la señora Celia Reyes viuda de Nieto, a quien Atlántico quiso birlar el fruto de los ahorros de toda la vida de ella misma y su extinto esposo. Al cabo de tres años y cinco juicios de distinta naturaleza, la señora viuda de Nieto acaba de obtener una histórica sentencia que, imposible de ejecutar en sus términos estrictos, porque no hay dinero suficiente en todo el sistema bancario, constituye un acto de justicia poética contra la abusiva intermediación financiera. El anatocismo, el cobro de intereses sobre intereses, cuya práctica beneficia a la banca frente a sus deudores, por una vez se vuelve contra uno de sus beneficiarios. ¡Y de qué manera!

En enero y febrero de 1988 los señores Nieto hicieron dos depósitos en el banco mencionado, entonces bajo administración estatal, por un total de 60 millones de pesos de entonces. Se pactó la renovación automática del depósito y la capitalización de los intereses, cuya tasa era de 149 por ciento a la hora de firmarse los contratos respectivos. Diez años después de los depósitos, la señora Nieto reclamó el pago de su inversión y el banco, ya en manos privadas, rehusó hacerlo alegando que el importe había sido cubierto, lo cual era falso por lo que no pudo ser probado. Sin embargo, la Comisión Nacional Bancaria dio la razón a Atlántico. La sorprendida acreedora acudió entonces a Protección Económica Ciudadana, AC, un despacho defensor de clientes bancarios en aprietos. Normalmente se trata de deudores atosigados por el inconmensurable incremento de sus débitos. Era excepcional el caso contrario. Y quizá por eso la jueza 35a. de lo civil en el Distrito Federal rehusó entrar al fondo del asunto, arguyendo que habiendo muerto el señor Nieto se requería resolver su sucesión...

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