Coordenadas/ Pirotecnia

AutorEnrique Quintana

Ayer hablaba con dos importantes banqueros en torno a los escenarios post electorales. Me asombró la tranquilidad y el optimismo con el que ven el panorama.

Desde luego que los banqueros no rechazan la posibilidad de que el resultado electoral pudiera generar inconformidades, pero descartan que éstas pudieran pasar de algunas semanas de "ruido" y suponen que tras un breve lapso la normalidad llegaría nuevamente al ambiente político nacional y con ella, la construcción de un ambiente propicio para la realización de inversiones.

De hecho, suponen que en los próximos meses habrá una fuerte recuperación del crédito como producto de un retorno de la confianza de los consumidores y de los empresarios que hoy han reprimido su demanda de financiamientos debido al temor de que vaya a darse nuevamente una fase de inestabilidad.

Muchos tienen demasiado fresco el recuerdo de las penurias que pasaron a partir de 1995 para que nuevamente utilicen un recurso que ven como de alto riesgo.

Sin embargo, si existe la percepción de que este proceso de estabilización que hoy estamos viviendo no es efímero sino que constituye un horizonte realmente de estabilidad, es muy probable que se vaya reduciendo la aversión al riesgo crediticio tanto por el lado de los deudores como por el lado de los banqueros.

¿Realmente podemos imaginar que lo que puede existir después del 2 de julio es una pirotecnia y no una explosión de inconformidad, sea cual sea el resultado?

En una escenario optimista así es.

Los candados que la observación electoral impondrá y la acreditada independencia del IFE son factores que harían muy difícil consumar un fraude, por lo menos de acuerdo con la definición legal de éste.

Pero, el problema hoy ya no es si las elecciones serán fraudulentas o no. Eso está descartado de entrada.

Realmente lo que hoy está en juego no es la legalidad sino la legitimidad.

Y, es precisamente respecto a la legitimidad que hay motivos para preocuparse. Durante las últimas semanas parecen haberse desatado toda una serie de mecanismos de coacción del voto en las estructuras corporativas del PRI.

También ha sucedido con el PAN y con el PRD, pero en menor escala.

Lo más preocupante es ese conjunto diverso de formas de inducción o coacción que no están tipificados como delito electoral, que no podrán documentarse, pero que pueden ser el tejido de el descontento y la inconformidad.

Otro ingrediente en este mismo sentido es la cobertura de medios electrónicos, especialmente en...

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