Pese a pandemia, celebran su fe

AutorMariana Montes y Daniel Santiago

Nunca antes los católicos regios habían vivido el Domingo de Ramos de esta forma.

Si bien ayer los fieles alzaron las palmas, como dicta la tradición, también portaron cubrebocas y guardaron la sana distancia. Llevaban en sus manos botellas de agua bendita, pero también de gel antibacterial. Unas eran para bendecir los ramos; las otras, para evitar contagios de Covid-19.

Después de que el año pasado, el primero de la pandemia, la Semana Santa se celebrara sólo en los hogares, las autoridades aprobaron hace semanas el regreso de los creyentes a los templos con aforo del 40 por ciento y las conocidas medidas de protección.

En el atrio de Catedral, las y los trabajadores mostraban apuro por reabastecer las mesas de los ramos. La gente compraba los artesanales crucifijos y otras figuras de palma para luego entrar al templo a escuchar misa o, simplemente, elevar una plegaria.

"Soy de Escobedo, pero vine hasta acá (Catedral) porque en mi iglesia se acabaron las palmas", dijo una mujer que prefirió no dar su nombre. "Lo hice para que no se perdiera la tradición que tenemos de toda la vida".

El Arzobispo Rogelio Cabrera López presidió temprano la celebración que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.

Para mostrar el cumplimiento de los protocolos sanitarios, el prelado y los otros presbíteros que lo acompañaban accedieron a la toma de temperatura antes de ingresar a Catedral.

Ya no partieron desde el kiosco de la Plaza Zaragoza, sino desde el atrio. Tampoco asistieron, como lo hacían desde hace años, alumnos del Colegio Antonio de Padua Ríos. Se suprimió, además, la aspersión de agua bendita al inicio de la eucaristía.

Los fieles en la Basílica de Guadalupe, en la Colonia Independencia, respetaron en general las disposiciones para evitar contagios, aunque de pronto se aglomeraron por pocos minutos afuera del templo para recibir la bendición de un sacerdote.

'MUY TRISTE'

En la Parroquia-Santuario de Guadalupe, en el centro de Guadalupe, varios fieles se congregaron en el atrio mientras el presbítero oficiaba misa.

"Está muy triste, porque aquí se juntaba mucha gente. No hay agua bendita ni procesión, todo lo extrañamos", lamentó Dora Gámez.

Ella escuchó la misa a través de las bocinas que se instalaron afuera para quienes no alcanzaron lugar al interior del templo, limitado en su aforo.

En la Parroquia de San Francisco Xavier, también en Guadalupe, la bendición se realizó como lo instruyó la Arquidiócesis: desde...

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