Perfiles e Historias / Las tortas más regias

AutorDaniel de la Fuente

Lorena Villarreal y Natalia Bernal miraban una serie de papeles en blanco adheridos a las paredes de una oficina. En la mesa había lápices, plumones.

Una de las dos escribió "Visión" y "Misión". Y madre e hija se quedaron pensando. Enseguida llegó la lluvia de ideas.

"Pegamos los rotafolios y nos pusimos a pensar qué carajos es Tortas Bernal", recuerda Natalia. "Cuál era el corazón de todo esto, dónde estábamos paradas, a dónde íbamos".

Era el 2016 y hacía un año que había fallecido Roberto Bernal Alcocer, esposo de Lorena, padre de Natalia y propietario de la cadena de tortas tradicionales.

Roberto tenía 49 años cuando murió en el mar de Cozumel junto con su amigo y contador Roberto Cantú Ayala. Un primo del propietario, José González Alcocer, se encontraba al momento de la tragedia, pero sobrevivió.

"Fue algo tremendo para todos", comenta Lorena. "Yo me quedé en 'stand by', por un momento no supe qué hacer".

Ante la noticia, la familia integrada por Lorena y sus hijos Stephanie, quien estaba fuera del país; Natalia, a punto de terminar la preparatoria, y Rebecca y Roberto, menores de edad, debieron afrontar el duelo, a la vez que Lorena y Natalia tomaron las riendas del negocio.

Madre e hija cuentan que ese primer año sin Roberto se les fue en empaparse del negocio, conocer a colaboradores, proveedores y clientes.

"Pensaban que íbamos a vender, que nos íbamos a bajar del barco, que habría cambios importantes y no", agrega Natalia. "Dijimos: aquí están los Bernal".

Eleazar Villarreal, padre de Lorena, trabajó algún tiempo con Roberto para lanzar el concepto de franquicias, por lo que acompañó a su hija y a su nieta.

"Fueron días muy duros, pero afortunadamente pudieron ordenar todo. La presencia de Lorena fue muy importante y la hizo salir adelante, además de que ayudó mucho la compañía de Natalia.

"Es una historia poco común".

En este año, Tortas Bernal cumple 60 años, por lo que madre e hija revisaron archivos para construir la historia de uno de los negocios más tradicionales de la Ciudad y que inicia cuando Roberto Bernal Mendoza, futbolista de las Chivas de Guadalajara, se traslada a Monterrey a fines de los 50 para incorporarse a Jabatos.

Aquí el jugador conoció a la que sería su esposa, la tampiqueña María Enriqueta Alcocer González, quien trabajaba en una notaría.

"Tiempo después mi abuela, que era una mujer de carácter agradable, pero con muchos pantalones, le dijo que en su matrimonio no quería dramas de futbolista, por lo que le...

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