Perfiles e Historias / El toque Reding

AutorDaniel de la Fuente

Todo podría esperarse en esta calle de la Colonia Villa Mitras menos que de una de sus austeras casas salga la música de "Misty", pieza estándar de jazz de Erroll Garner.

La melodía, que hace referencia al enamoramiento, fluye a través de la ventana de una habitación en la que Rafael Reding Vallejo toca un teclado de mesa. Con los ojos cerrados, este hombre mediano, de tez morena y canas en las sienes, desplaza sus dedos por las teclas.

"Esta pieza es próxima al corazón", afirma, al término, con su voz grave y hermosa. "Lo padre es que no necesito estar viendo ninguna partitura, porque luego me distraigo".

Reding alude con humor a la ceguera que lo caracteriza desde los 7 años tras caer por la escalera de su casa en la Ciudad de México, lo que dañó irremediablemente el nervio óptico. El pianista, hoy de 75 años, suele hablar en broma de su penumbra.

"A ver si se saben ésta", dice, cortés, y ejecuta con gracia "The shadow of your smile", de Johnny Mandel.

Seguirá "Serenata a la luz de la luna", de Glenn Miller. Tras cada ejecución, Reding brinda un contexto amplísimo y ameno, virtud de la que habla su amigo, el comunicador y escritor Ramiro Garza.

"Rafael no sólo es un pianista de primer orden sino una enciclopedia, un conocedor extraordinario del jazz y de la música americana", explica. "No entiendo cómo no es más aprovechado, si estuvo en radio, en grandes bandas".

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Después de interpretar los temas de la "Pantera Rosa" y "Peter Gunn", de Henry Mancini, Reding contará que nunca volvió a recibir un consejo más útil que el de Sor Fabiana en el Saint Joseph's School for the Blind, de Nueva York, internado al que ingresó cuando tenía 9 años de edad.

Cuando lo escuchó al piano quedó asombrada por su virtuosismo y le preguntó al recién llegado qué pensaba hacer en su vida.

"Quisiera dedicarme a la radio", le dijo el niño, a lo que ella respondió: "hagas lo que hagas, siempre tendrás tu música".

El músico, nacido en el DF el 10 de mayo de 1939, sonríe.

"You will always have your music", repite en inglés, como se lo dijo aquella monja, y que determinó su vida, que cambió no sólo por el accidente que lo sumió en la oscuridad sino por la decisión de sus padres de enviarlo a esta escuela para ciegos en un país cuyo idioma no dominaba.

"Siempre digo que fue como mi viaje a la Legión Extranjera", dice el más chico de una familia de cuatro hijos, que creció en la Colonia Portales y cuyos padres lo inscribieron en primera instancia a clases con el...

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