Perfiles e Historias / El portero volador

AutorMaría Luisa Medellín

Siempre que se recuerden los primeros e históricos campeonatos de los Tigres, vendrá a la memoria el nombre de Mateo Bravo Carrillo, el arquero al que le gustaba volar.

Cuatro décadas han pasado y sus vertiginosos saltos, así como sus increíbles desviadas y atajadas de penaltis, siguen considerándose casi milagrosos, no en vano lo apodan "San Mateo".

Con 1.73 metros de estatura, no muy alto para un portero, Mateo brilló en los momentos culminantes, como en la temporada 77-78, en la que el conjunto auriazul se coronó campeón de Liga por primera vez al imponerse en la final contra Pumas el 27 de mayo de 1978.

Cuatro años más tarde se convirtió en el héroe del segundo campeonato felino de Liga, al atajar dos penales en la dramática final contra el favorito Atlante, el 6 de junio de 1982.

En esa ocasión recorrió en hombros la cancha del Estadio Azteca y a su regreso a Monterrey fue aclamado por la afición como "El portero volador".

El mismo a quien Nahuel Guzmán, actual guardameta de Tigres, podría hacerle un reconocimiento, ya que luego de que un aficionado propuso el diseño de un jersey naranja similar al que Mateo usaba, Nahuel dijo que le agradaría portarlo a manera de homenaje.

"Yo le agradecí el detalle", menciona Mateo, "porque está bien difícil que después de 40 años te hagan un reconocimiento, ya sea porque te adelantaste en el viaje, o porque ya no se acuerdan de uno".

Mateo cumple hoy 71 años, y los celebrará en casa con su esposa María Esthela Venegas Mayorga y sus hijos Marco Antonio y Sonia. Sandra y Víctor Manuel se unirán de manera virtual. También, sus 8 nietos.

En videoconferencia, el ahora comentarista, conferencista y empresario, dice que sus padres fueron Mateo Bravo Magdaleno y Angelina Carrillo Cortés, y que él es el "más pollito de toda la banda", refiriéndose a sus 6 hermanos.

"Los Bravo somos de Michoacán: de Uruapan, Apatzingán y Nueva Italia, donde nosotros vivíamos, aunque yo nací en la Ciudad de México cuando mi madre viajó allá para ver a mi hermana".

Mateo cuenta que regresaron a Nueva Italia y ahí entró a la escuela.

Su padre tenía parcelas y sembraba maíz, frijol y arroz, pero aceptó un trabajo en Ferrocarriles Nacionales, como fogonero, y se mudaron a la Ciudad de México, donde Mateo terminó primaria y secundaria, a la vez que jugaba futbol.

"Vivíamos en la Colonia Tacuba, como decir la Independencia, aquí", detalla. "Desde entonces, yo era alegre, campechano y aventado".

Como había necesidad de llevar dinero...

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