Perfiles e Historias / En la meca de Broadway

AutorDaniel de la Fuente

¿Podré hacerlo otra vez?".

Justo antes de cada función o al término de la misma, Bianca Marroquín se hace esta pregunta. La artista dice que lo hace por una razón: el respeto al público.

"Me preguntan: '¿no te cansas de presentar la misma obra?'. ¡No! Cada función es distinta: si le tienes respeto y cariño al público haces todo para no dar nada por hecho.

"Digo antes de empezar: 'Que mis decisiones en el escenario sean buenas, mi instinto, que pueda leer a mis compañeros, al público. ¡Que sea otra función mágica!".

Y pasa. Por esto agradece todo el tiempo, incluso hoy cuando ve su foto en autobuses de la Gran Manzana, en anuncios en Times Square, aún se pellizca para creerlo.

"Digo: 'Gracias, Diosito, qué bonito'. ¡Son 18 años (en Broadway) este octubre!".

Esto lo afirma en su camerino durante un intermedio entre funciones del musical Chicago, que se presentó en el Showcenter Complex, en el que protagoniza a Roxie Hart, una de las dos asesinas vueltas celebridades en la obra.

Ahora descansa en su camerino, acaba de comer. Está arreglada, pero no como en las entrevistas de espectáculos. Cualquier estrella se negaría a ser grabada por cámaras de video. Ella no.

"Ya estás aquí", arquea las cejas, sonríe. Delgada, lleva un vestido estampado ligero y se sienta casi en posición de flor de loto sobre un sofá. "¿Sabes? Mi problema es que no me la creo, la fama no va conmigo".

Lo dice ella, que ha hecho historia.

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El éxito de esta mexicana, sin embargo, no se entiende si no se conoce la historia de su obsesión. Por ejemplo, siempre supo que quería bailar, desde niña.

"La música me llamaba. Me metieron a ballet clásico a los 3 años y bien enfocada me fui directo: me perdí muchas piñatas. Siempre ensayos, ensayos, nunca volteé para otro lado, siempre he sido así: música, energía".

Bianca nació en Monterrey el 15 de enero de 1976 y es una de los cuatro hijos de Evelina Pérez y el médico Carlos Hugo Marroquín, quienes conducían una clínica en Matamoros, Tamaulipas, a donde se mudaron cuando la actriz tenía un año de edad.

"Viví en la Colonia Obispado, pero nos mudamos y viví entre fronteras", describe en relación a su vida entre Matamoros y Brownsville.

"Mi padre, médico, mi madre hermosa, bilingüe, guapísima, muy fina, muy dama: los dos muy enamorados, una súper pareja, siempre ellos primero, luego nosotros. Como debe ser".

Se detiene en el recuerdo de Evelina, fallecida en el 2007.

"Me apoyó muchísimo, me cosía las zapatillas, los vestuarios. Me daba ánimos cuando me desesperaba...

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