Perfiles e Historias / Legado de vida

AutorDaniel de la Fuente

La última luz de la tarde se cuela por las persianas de esta casa situada al poniente de la Ciudad. Incluso un haz recorre apaciblemente la mesa de la sala en la que hay retratos, figuras religiosas y algunas Biblias en cuyas portadas se repite un nombre: José Adrián.

Alrededor, el matrimonio integrado por Melva Nelia Cruz Sánchez y Francisco Javier Garza Leal, y sus hijos Frank y David, revisan atentos sus respectivos celulares excepto el primero de los chicos, quien tiene una portátil en el regazo.

Contemplan fotos, todos sonríen.

"Mira, en Disney", dice uno. "Cuando su Primera Comunión", avisa otro. "Esta es con Damián Álvarez", apunta uno más.

"Esta...", expresa alguien, "esta nos la tomaron antes del diagnóstico".

Llega el silencio. Enseguida brotan de nuevo las sonrisas frente a las pantallas.

Melva, de 54 años, habla de José Adrián, su hijo más pequeño.

"Fue una bendición de Dios que nos mandó, la alegría de la casa", lo describe. "Tenía un ángel, un carisma increíble. Te enganchaba, no podías zafarte".

Esta alegría la conocieron miles de personas en el mundo quienes, por más de cuatro años estuvieron atentos a la cuenta de Facebook Cadena de Oración por José Adrián y que hoy, pese a la ausencia del niño, lo tienen muy presente.

La siguiente es una historia de fe y amor.

* * *

Aquella bendición de la que habla Melva llegó a su vida cuando la contadora pública tenía 43 años. Francisco, licenciado en administración de empresas, tenía dos más.

"'Pilonazo'", expresa Francisco y contempla a sus hijos Frank y David, de 26 y 24 años, respectivamente, y entonces de 15 y 14 años.

"Cuando mis papás dijeron que nos tenían una sorpresa, pensé: '¡El Play Station que tanto quería...!'", ríe Frank. "¡Y llegó este bato!".

José Adrián iluminó aquella casa. La mirada chispeante de su padre está plasmada en aquel pequeño risueño como su madre y que, como Francisco y sus hijos mayores, ingresó al Instituto Regiomontano Chepevera.

"Tenía para cada uno y más, siempre alegre, con su esencia muy particular", afirma Melva, quien estudió en el Colegio Excélsior. "Siempre quería estar jugando, en carnitas asadas, en familia".

Aquel chiquillo se inclinó por los deportes, en especial el basquetbol, hasta que durante un partido en su escuela el 19 de febrero del 2015 se cayó, se levantó y siguió jugando, pero enseguida se volvió a caer. No se quejó.

Cuenta Francisco:

"Llegué por él y lo vi cojeando, pero como dijo que no le dolía nos fuimos por su mamá. Ya en el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR