Perfiles e Historias / La dicha de escribir teatro

AutorDaniel de la Fuente

Cuando le preguntan a Blanca Laura Uribe Nájera la razón por la que escogió el teatro como su modo de expresión en la vida, suele reflexionar unos momentos antes de dar una respuesta tan honesta como sencilla.

"Creo que el teatro fue el que me eligió a mí", responde Kahua, como se llamaba a sí misma desde muy pequeña al decir su segundo nombre, apodo que se le quedó.

"Creo que todos los que tenemos la dicha de escribir lo hacemos desde niños. Mi juego de infancia era hacer teatro", cuenta la autora de 86 años, sonriente, en la sala de su casa de amplios jardines que fue de sus padres, al sur de la Ciudad.

"Mi abuela me llevaba a ver las obras de Virginia Fábregas y figuras así; no entendía mucho, pero me gustaba, entonces me ponía a hacer teatro en mi casa con mis primos".

A falta de hermanos, la hija de Blanca Nájera y Mauro Uribe, de Durango y Cuatro Ciénegas, respectivamente, escribía pequeñas obras en las que ella, inocente, asumía el papel principal y la dirección.

Hoy, esta mujer de presencia distinguida es la decana de la dramaturgia en la Ciudad y cuenta en su haber con casi un centenar de obras, para niños y adultos, buena parte de corte breve.

"Kahua siempre ha sido una enamorada del teatro", afirma Hernán Galindo, quien ha dirigido algunas de sus piezas. "Es asidua lectora, en alguna época actriz y productora".

Hernán toca un punto importante: Kahua empezó en el teatro como actriz. Su primera participación fue en 1958 en la obra "Canasta", de Altaír Tejeda de Tamez, dirigida por Rubén González Garza. Actuó con su esposo, el ingeniero Hernán Rocha Garza, de quien tomó el apellido, cuando ambos pertenecían al Club Rotarios, asociación que donaba la taquilla de las obras a escuelas.

El estreno fue en el Teatro Montoya recién inaugurado y se presentó en la Ciudad de México y en otras partes del País.

Gerardo, uno de los cinco hijos de Kahua, evoca la época de actriz de su madre:

"Recuerdo llegar de la escuela y oír carcajadas en el cuarto de tele: eran de mamá, Julián Guajardo y Rubén González Garza ensayando alguna obra".

Ella cuenta que sus hijos le decían en broma que era el colmo, porque apenas pisaba el escenario, se transformaba.

"Inmediatamente me compenetraba, no me mortificaba nada", sonríe, orgullosa.

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Kahua es "el milagro" que le pidió su madre a San Juan Bosco, a recomendación del Padre Raymundo Jardón, al ver que pasaba el tiempo y no concebía.

En agradecimiento, los padres ayudaron a edificar la iglesia dedicada al...

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