Perfiles e Historias / Brigadistas contra el fuego

AutorDaniel de la Fuente

Los primeros en llegar al fuego que literalmente vieron saltar de árbol en árbol desde Arteaga, Coahuila, hasta comunidades de Santiago fueron Juan José Villarreal y Jaime de Anda.

El primero, voluntario desde hace 17 años en Protección Civil, describió la escena: un cielo rojo.

"En ocasiones negro", contó hace días. "Luego oscureció y, ante un fuego así, pedimos apoyo y empezamos a evacuar casas".

De 37 años, este técnico en urgencias médicas y licenciado en enfermería agregó: "Nunca había visto algo así en mis años de trabajo".

Villarreal, como le dicen, es originario de La Boca, ha caminado desde chico entre las sierras de Santiago, baluarte turístico de Nuevo León. Conoce caminos, laderas, gente de las comunidades. Por eso le duele el siniestro que desde mediados de marzo y en distintos frentes arrasó más de 8 mil hectáreas y dejó zonas literalmente en cenizas, con puros postes negros que antes fueron árboles frondosos.

"Toda la vida hemos caminado estas tierras, por eso me dolía decirle a la gente que dejara sus casas: 'Vente, agarra tus cosas'. Es su vida".

Fueron cerca de medio millar los evacuados en esa primera parte de la contingencia que inició tras el asueto de marzo en La Pinalosa, quizá en un asador mal apagado. El resto lo hicieron las hojas y plantas secas tras la helada pasada y los vientos.

Villarreal se sumó al contingente de Protección Civil del Estado que, desde las primeras horas y al frente de rescatistas municipales y de otros estados, Ejército y Consejo Nacional Forestal (Conafor), empezaron a combatir el incendio con agua, a golpes y haciendo brechas para cortar el camino del fuego y poniendo a salvo a pobladores en albergues en Laguna de Sánchez y Ciénega de González.

El problema fue cuando las llamas, avivadas por vientos de 90 kilómetros por hora, derribaron lo hecho y el fuego llegó a esos lugares.

"El Swat" no había dormido. No eran ni las siete de la mañana y Ramón López Rosales, "El Swat", como llaman a este elemento de Protección Civil estatal, apenas abría los ojos y es que durante la noche estuvo trabajando con brigadistas en maniobras de extinción y apenas si descansó unas horas en una de las cabañas prestadas para reposar, bañarse y comer algo.

Buena parte de las cabañas de Ciénega de González fueron facilitadas para brigadistas. Aquí la niebla no era tal: era humo, y el olor intenso a quemado se percibía desde que se dejaba atrás Cola de Caballo.

Muchos rescatistas que laboraron en la sierra de...

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