Perfiles e Historias / Un arpista revolucionario

AutorMaría Luisa Medellín

A los padres de César no les convencía que se dedicara a la música, pero finalmente aceptaron que al terminar la secundaria se mudara de San Pedro de las Colonias, Coahuila, a Saltillo, para estudiar guitarra, a la par de la prepa.

Ya iba en el quinto año, de los 8 de la carrera en la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila, cuando en una de las clases, al interpretar el primer movimiento del clásico "La Catedral", de Agustín Barrios, su maestro Javier Cantú le dijo que debía lograr el sonido de otros instrumentos.

"'En este preludio', me dijo, 'la guitarra tendría que sonar como un arpa'. Entonces, me detuve a pensar que sólo había visto el arpa de la lotería. En realidad, nunca había escuchado alguna", ríe César Secundino Méndez, hoy de 34 años, aunque aparenta menor edad.

Como en ese tiempo no había YouTube, aprovechó una visita a sus familiares de Torreón, para ir a una tienda de discos y comprar un cd.

El primer track era una sonata de Scarlatti, la K320, interpretada por el reconocido arpista mexicano Ángel Padilla, quien ya falleció.

"Al escuchar la primera nota me enamoré del arpa y dije: 'Quiero dedicar el resto de mi vida a este instrumento'. Era un sonido hermoso, algo mágico. Me hipnotizó.

"Fui con mis papás y les dije: '¿Saben qué?', como cuando uno cambia de novia, ¿no?, 'me enamoré de este instrumento; la guitarra me gusta mucho, pero ya tuve oportunidad de estudiar varios años', y a mi papá casi le da un infarto porque con esfuerzo me acababan de comprar una guitarra muy buena".

Ya de por sí, su padre se había resignado a que César no fuera maestro, como él, y ahora le preocupaba que echara por la borda casi una carrera como guitarrista, para aventurarse con el arpa.

Pero a la larga, la pasión musical de César rindió con creces.

En mayo del 2018 participó en la Competencia Mundial de Arpa, que se realizó en Utrecht, Países Bajos, luego de un proceso de selección de un año, en el que hubo audiciones en diferentes partes del mundo.

Ahí ganó el primer lugar, así como el Premio del Público, entre 180 arpistas de diversos países.

Su triunfo marcó un parteaguas en el certamen, porque él compartió un lenguaje musical más contemporáneo, jazzístico, y mostró también sus propios arreglos y "locuras", como él las llama.

"Fue como un shock para el resto de los arpistas, de que cómo va a ganar alguien que no hace música clásica", comparte César.

"Yo la he estudiado mucho tiempo, me gusta mucho, la sigo...

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