Perfiles e Hisrtorias / Leyenda de la música norteña

AutorMaría Luisa Medellín

No sabe cómo, pero Lorenzo de Monteclaro está convencido de que sus pasos han sido guiados a los sitios y momentos precisos que, con el tiempo, lo han convertido en leyenda viviente de la música norteña.

Ya cumplió 60 años de carrera artística y 80 de edad, aunque no los aparenta, por su andar erguido, figura delgada y su bigote y cabello teñidos de negro.

También, por la potencia de su voz y esa energía que derrocha en los escenarios con su grupo Los Ausentes de Monterrey.

"Llevo 104, 105 discos, y estamos por hacer el que sigue", comparte sonriente.

"Me decían: '¿Por qué no grabas tus éxitos?', pero prefiero hacer cosas nuevas para buscar eso que me ha nacido en mi corazón y en mi mente, canciones que les gusten por igual a las diferentes generaciones", recalca emocionado.

Y es que con su estilo inconfundible, él ha vuelto clásicos temas como "Abrazado de un poste", "Ese señor de las canas" y "El ausente", por citar algunos.

Sencillo y jovial, Lorenzo está sentado en la primera fila del Teatro de la ANDA David Reynoso, en el que invirtió para remodelarlo y reactivarlo.

Dice que nació en Cuencamé, Durango, el 5 de septiembre de 1939, y que sus padres fueron Fermín Hernández y María Candelaria Martínez, quienes tuvieron 8 hijos, de los cuales viven 5.

"Cuando yo tenía 9 años, mi familia se movió de Cuencamé a Velardeña. Ahorita están viviendo por ahí 3 hermanos, y otro está en Monterrey.

"Fuimos de cuna humilde, pero muy contentos. Mi papá y mi mamá fueron muy trabajadores; nunca nos faltó el alimento de la vida y el de sus buenos consejos".

Desde muy chico, Lorenzo le ayudaba a su padre a sembrar maíz.

"Iba descalzo. No había para comprar unos huarachitos. El huarache que se compró fue ya para ir a la escuela, de tres agujeros, ja, ja, ja.

"Yo estudié hasta tercer año y después me puse a trabajar como ayudante de albañil, ya en Velardeña. También me salía a bolear con un cajoncito, y desde las cantinas o tabernas escuchaba las veinteras, que así les decían porque les ponían un 20 y escuchabas la música romántica de todos los tríos, desde Los Panchos, de aquel dueto Los Bribones, de María Victoria".

Cuenta que a los 18 años decidió presentarse en el programa Aficionados de los Ejidos, que se transmitía por la XEDN, de Torreón, y aunque no ganó, no le cantó el gallo descalificador.

Recuerda que interpretó "Deja que salga la Luna", acompañado del mariachi Los Huastecos, de Pablo Pacheco, y enseguida la entona.

"Deja que salga la luna, deja...

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