Perfiles e Historias/ Emigran a García las aves del asfalto

AutorMarcela García Machuca

1

Kilómetro 10 al norte del entronque de la carretera federal 40. El carro frena un poco, pero sólo revisa los señalamientos: a un costado está la entrada al pueblo y las Grutas de García son derecho. Acelera y se sigue de frente.

El sonido del carro se aleja y el del silencio vuelve a imponerse: "Otro día será".

2

Entra por la Cuesta de los Muertos y pasa por Mariposa y Rinconada, su origen está en la Sierra de Nacataz, el Río Pesquería atraviesa a García, pero parece no acariciarla, esta tierra tiene un clima seco estepario y semidesértico, insignias de estar más cerca que otras del Trópico de Cáncer.

García se desparrama sobre la Sierra Madre Oriental y sobre el Altiplano Central. Su suelo, el más montañoso de Nuevo León, parece que siempre está queriendo alcanzar el cielo.

3

A García lo salvó el abandono.

En 1577 este punto empezó a servir de estancia para los viajeros que iban de Saltillo a la aún no fundada ciudad de Monterrey. Había cría de ganado mayor y menor, producción agrícola y explotación minera.

Floreció. Pero el Siglo 20 cambió todo. En los 40 el reparto agrario modificó la propiedad y la productividad de la tierra. El clima arreció y esto se convirtió en un pueblo seco y en extinción. El casco se quedó solo.

Por décadas, y hasta hace poco, la gente que iba al municipio sólo pasaba por la carretera que está a un costado de la cabecera rumbo a las Grutas de García. "Nadie entraba al pueblo", dice don Rolando Treviño.

En la cabecera municipal hace 60 años que no pasa gran cosa, la gente es conservadora y se dice poseedora de valores muy arraigados. Afuera, las tierras y las montañas silban al techo eternamente celeste, que casi nunca responde.

Este destino de silencio es el que hoy atrae a las aves más silvestres del asfalto.

4

Jean Mange en realidad está enamorado de una chica del pueblo, aunque a ella no la dejan andar con un francés 15 años mayor.

Pero inicialmente él vino a García buscando un lugar donde poder fumar sus Delicados en paz y engarzar las cuentas de resinas y piedras extrañas de los aretes de oro y plata que diseña desde que vivía en la Ciudad de México, donde por cierto está su esposa.

Cincuenta pesos unos pendientes, 120 otros más elaborados, Jean no necesita mucho para vivir en García si las rentas están en 600 pesos.

Lo que sí necesita es crédito social -y divorciarse- y así quizá lo dejen noviar con la chica de 21. Aunque posiblemente pronto el joyero francés no sea una novedad, el pueblo tiende a poblarse de personajes excéntricos y solitarios que buscan quién sabe qué en este calor infernal.

"Salí del De Efe a encontrar un pueblo donde pudiera tener una vida más auténtica, pero vinculada con una ciudad", dice y mira por la ventana que tapa con una sábana y un par de horquillas.

"Me enamoré del pueblo y me enamoré de una chica del pueblo y con eso basta".

¡Buen partido ha de ser para una joven de García un francés que además hace arte objeto!

Hasta hace poco, Mange vivía...

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