Pequeños genios del piano

AutorMaría Luisa Medellín

De Saltillo al mundo

Éric empezó a tocar en un teclado electrónico que sus hermanos no usaron. La pantalla marcaba las notas de algunas piezas y él aprendió a interpretarlas con gran facilidad; lo mismo hacía con videos de YouTube. Tenía 9 años.

Sus padres, Mónica Marines y Fernando Valdés, lo inscribieron en el Centro Cultural Santa Anita, de Saltillo, donde vivían, y más tarde en el Centro de Estudios Musicales, pero ahí les recomendaron llevarlo al Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

"Yo les dije a mis papás que quería ser pianista, y me apoyaron", dice el chico de 12 años, de cabello castaño y ojos verde olivo.

Para la admisión en el INBA viajaron varias veces, y como había muchos aspirantes, pensaron en reforzar su preparación.

Así conocieron a la maestra Antonina Dragan, quien les habló del programa de talentos de la Facultad de Música de la UANL.

"Ni por aquí nos pasaba que Monterrey ofreciera esas oportunidades", confiesa Mónica.

"Y aunque estaba fuerte la inseguridad, decidimos mudarnos aquí y desertar del proceso que ya iba avanzado en el INBA; nos decían que estábamos locos, pero no fue un sacrificio, sino el cumplimiento de una responsabilidad como padres.

"Soy maestra de adolescentes. Para ellos es muy difícil decidir carrera, y cuando Éric dijo: 'quiero ser pianista', y nos dimos cuenta de su talento, no dudamos en impulsarlo", detalla esta mujer delgada, de ojos claros.

Los Valdés Marines llegaron a Monterrey sin ofertas de trabajo. Fernando promovía grupos musicales y se empleó como taxista. Ella, profesora de matemáticas, se colocó en un pequeño colegio.

"Era mayo del 2013, el ciclo escolar se estaba cerrando, y hasta el siguiente me contrataron en este colegio de salesianos. Éric es mi alumno de primero de secundaria, y es muy bueno en matemáticas, como quienes se dedican a la música".

Él esboza una sonrisa. Igual que a su hermano Fernando, quien ya está muy contento en la carrera de Organización Deportiva en la UANL, le costó el cambio, sobre todo por sus amigos, con quienes se comunica por redes sociales.

En Saltillo se quedó su hermana Mónica, casada, y con una niña.

Éric sale de clases y se sienta en una banca del colegio. Cuenta que su primer concurso fue en Saltillo.

"Era una competencia de niños y jóvenes y debías mandar un video con una pieza. Después me avisaron que la etapa de niños se cancelaba, pero me invitaron a dar un recital en la premiación de los jóvenes y me dieron un cheque y un...

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